viernes, 23 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (31) Nuevo proyecto

(Audición recomendada: David Gilmour - Smile)





Me junté con una buena cantidad de canciones para mi sorpresa. Casi tenía para grabar un disco entero. Todo este tiempo aquí me había servido de mucho. Fui a ver a Gudjon a la tienda para informarme sobre sitios para grabar en Reykjavik. Me habló de Sundlaugin, que significa "piscina". Un estudio de grabación construido sobre una antigua piscina cubierta, totalmente reformado para el nuevo cometido. Situado en el barrio de las afueras Mosfellsbær, allí estaban trabajando en su primer disco una de las bandas más populares de la ciudad: Sigur Rós.

Johann y yo terminamos haciendo muy buenas migas. Era un excelente batería y el drama de Bjarni pareció ablandarlo. Se hizo un poco más accesible a los demás. Hacía tiempo que andaba dándole vueltas a un nuevo proyecto. Quería dar forma a esas canciones de alguna manera. Tenía pensados arreglos e instrumentaciones, pero todo estaba en mi cabeza. Después de bebernos unas pintas en el pub, fuimos hasta el estudio para verlo y hablar un poco con Adalsteinn, el jefe del complejo. Reservé un fin de semana completo, para ir maquetando ideas e ir grabando sobre la marcha. Johann no se acababa de creer que hubiera soltado todo ese dinero de golpe. Luego me dirigí a él muy serio y le hablé de mi propuesta. Todo aquello formaba parte de la preproducción de un disco. El primero que iba a sacar en solitario. Yo era capaz de grabar todos los instrumentos excepto la batería. Por eso le necesitaba. Le pregunté si tenía experiencia en estudio y me contestó que había grabado alguna maqueta con un grupo que había tenido anteriormente, pero nada profesional. A mi me parecía y estaba convencido de que él era capaz de hacerlo. Quería que fuese él. Me gustaba su estilo rudo y casi carente de técnica, pero limpio y eficaz. No tendría problemas en seguir un metrónomo. "Te pagaré". Johann se quedó sin palabras, abrumado. Aquello ya era todo un lujo. Lo habría hecho gratis, pero no podría haber estado tranquilo con mi conciencia. Se lo merecía. ya era hora de que la suerte empezara a sonreirle.

El guitarrista y vocalista de Sigur Rós, Jón, se acercó cuando hubo terminado una toma. Johann y yo estábamos en la cabina de control, escuchando. Se presentó y nos estrechó la mano. Tomó una taza de té. Alrededor de 20 años, delgado, pelo corto. Miraba y movía de forma extraña la cabeza al tiempo que le contaba mis ideas para grabar allí. "Está tuerto de un ojo" me dijo de manera discreta antes de que le preguntara. "Bueno, nos hará falta un equipo completo para grabación. Empezando por tu batería. No puedes seguir tocando con la que tienes. Necesitas algo más profesional. También compraré un par de amplificadores y algunas guitarras eléctricas" sentencié. "No puedo pagarme una batería de estudio" aclaró Johann. "No te preocupes por eso, simplemente elige la que quieras. Considéralo una paga en especias de tu sueldo". No daba crédito a lo que oía. Acababa de hacer a Johann el hombre más feliz del mundo. Lo que no sabía era que yo también era inmensamente feliz, porque había recuperado mi rumbo. Ásdís, mis amigos, canciones nuevas, ilusiones renovadas... todo era perfecto si no hubiera sido por el drama de Bjarni.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (30) Algunas cosas ocurren

(Audición recomendada: John Lennon - Oh my love)




Fue una ceremonia sencilla. No hubo mucha gente en el funeral. Sólo la poca familia de Bjarni que aún vivía en los alrededores de Reykjavik y sus tios de Copenhague. Nosotros sí estuvimos allí. Nanna -con un indulto temporal, Ásdís, Jim, Johann y yo. Mis padres también estaban allí. Lo conocían desde que éramos bebés, casi. Bjarni era una sombra. Con la mirada perdida. Lo abrazamos todos, pero se le notaba insensible. No lloraba. Yo creo que había gastado todas las lágrimas el día anterior. Ahora se hallaba sumido en un estado de shock del que no sabíamos cuándo podría salir.

Los padres iban conduciendo su 4x4 por la carretera, cuando no se sabe por qué, el vehículo se salió, atravesó el quitamiedos y se precipitó por el acantilado. El coche quedó hecho un amasijo de hierros. Hicieron falta muchas horas para sacar los cuerpos de allí. Murieron en el acto. En cuestión de segundos, Bjarni era huérfano. Hijo único, menor de edad. Una situación parecida a la que tuvo Johann. Sin embargo, la posibilidad de una emancipación como la suya para Bjarni, era impensable. Él era mucho más frágil, menos maduro. No era el mejor momento para este tipo de cosas, pero tendría que decidir qué hacer. Sus familiares cercanos a Reykjavik no se encontraban en condiciones de quedarse con él. Eran unos primos de su madre con los que apenas había tenido contacto, además eran demasiado mayores. La otra opción era irse con sus tíos, el hermano de su padre, que vivían en Copenhague, Dinamarca.

Debido al estado en el que se encontraba, fue incapaz de tomar una decisión de ese calibre de un día para otro, además en un momento del calendario lectivo como aquél. Quedaba poco para terminar el curso. Irse entonces no haría más que empeorar aún más la situación. Fue entonces cuando mis padres hicieron algo que no me esperaba en absoluto: se ofrecieron para cuidar de él, por lo menos hasta verano, cuando se recuperara un poco y pudiera decidir por él mismo qué hacer con su vida. Al fin y al cabo, Bjarni había sido como un hijo para ellos. Pasaba largas temporadas en casa y lo habían visto crecer junto a mi.

Mis padres se quedaron con él haciéndole compañía en el crematorio y Nanna y yo nos fuimos a dar un paseo por el parque de los alrededores. Aprovechamos para disfrutar furtivamente de nuestra relación. Ella también estaba muy afectada y tenía los ojos llorosos y el rimmel bastante corrido. Saqué un pañuelo y le limpié la cara con una tierna sonrisa. Ella trató de responderme con otra, pero sólo pudo abrazarme y roper a llorar de nuevo. Entendí que sus lágrimas no solo eran por la muerte de los padres de Bjarni, sino también por nuestra situación. Por no poder vernos lo suficiente ni en las mejores condiciones. Había días en los que era imposible en el instituto. A finales de curso teníamos más que hacer, menos tiempo libre para quedar a escondidas en algún sitio... así que aquella tarde, Nanna me abrazó con más ganas que nunca y de pronto sentí lo grande que era aquello que teníamos entre los dos. El silencio era absoluto y el sol de aquella tarde del final de la primavera se dignó a asomarse entre dos nubes y sentimos como los invadió aquella calidez. Éramos unos afortunados.

sábado, 17 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (29) De mudanza

(Audición recomendada: Mark Knopfler - Irish Boy)






Nanna me ayudó a meter en el taxi la última bolsa con cosas mías en el maletero. Mis tios y mi prima me despidieron calurosamente. Habían sido dos meses solamente pero la convivencia resultó muy intensa. Creo que en el fondo, sus padres se habían arrepentido un poco de invitarme a buscar mi propio alojamiento en primera instancia, luego me dijeron que me podía quedar allí todo el tiempo que quisiera. Colaboraba en lo que podía en casa, trayendo comida del supermercado, echaba una mano en la limpieza... me convertí en alguien más de esa familia, pero también necesitaba mi espacio y mi intimidad. Ahora John sí que era mi novio, de manera más o menos formal y no podía seguir abusando de la confianza que me daban. Había días que llegaba a las mil, o no llegaba. Entraba y salía a mi antojo y sabía que eso no estaba bien. Me iba. La despedida fue un poco lacrimógena. Como si me mudara a la otra parte del mundo. En realidad, se podía llegar al apartamento de John en una media hora andando. Mi tía Unnur me repitió varias veces que podía volver cuando quisiera y que estaba invitada a comer todos los dias. La más triste era Nanna, por varias razones. Ya no pasaríamos tanto tiempo juntas. De todas formas, le convenía alejarse un poco de mi compañía ahora que estaba en los exámenes finales del instituto. Sus notas habían bajado considerablemente y sus padres tenían un buen enfado. Tanto era así que le prohibieron salir a la calle. Estaba oficialmente castigada. Eso incluía no ver a Baldur en otro sitio que no fuera el instituto, entre clases y los descansos.

Me subí al taxi y retomé el viaje hacia mi emancipación que había comenzado en Akureyri. Mi trabajo no era gran cosa, pero no estaba mal. Al menos mi jefa no era una zorra como en el MacDonald's en el que estuve, ni olía a aceite requemado. Tenía mis ocho horas al día y mis dos días libres los fines de semana en un sitio muy tranquilo, en el que tenía que atender a una rutina y hacer lo que me pidiera mi superiora. La mayor parte del trabajo estaba informatizado, así que pasaba mucho tiempo introduciendo libros en bases de datos y cosas por el estilo. Los ensayos con la banda se limitaban a los sábados y algunos domingos.

Ese sábado llegué a mi nuevo apartamento compartido un par de horas antes del ensayo. Me empeñé en pagar la mitad del alquiler, a pesar de que John me dijo que no era necesario, pero descubrió lo obstinada que puedo ser para ciertas cosas. Tuvimos un poco de sexo de bienvenida. Después, mientras compartíamos un porro, me ayudó a colocar mis cosas en armarios y muebles. Después de eso bajamos a la calle a esperar al autobus que nos dejaba en los locales de ensayo. El otro día compré una Gibson SG Standard en la tienda de Gudjon, bien asesorada por John, a pagar en cuatro cómodos plazos. Era mi primera guitarra eléctrica de categoría. Me lo pasaba increíblemente bien tocando con los chicos y mi novio era mi mejor profesor. Me enseñó muchas cosas que poco a poco iba incluyendo en las canciones de la banda. Incluso se convirtió en una especie de director musical para nosotros. Nos sugería arreglos para las canciones, cosas que podrían ir bien y otras que se podrían recortar. Estaba en casi todos los ensayos. Al poco rato llegamos. Baldur me preguntó por Nanna. El pobre estaba también sufriendo las consecuencias del castigo de su novia.

Estuvimos esperando unos quince minutos a Bjarni, pero no llegaba. Nos colgamos nuestros instrumentos y Johann se sentó a la batería, dispuesto. A él y a Baldur les pareció gustar mi nueva guitarra y la mejora en sonido que ello supondría. Íbamos a incorporar mi tema Every Moment a la corta lista de canciones propias, en la que ya estaba Forever. Me dispuse a comenzar el rasgueo en compás de seis por ocho -toda una novedad- cuando Bjarni apareció en el umbral de la puerta. Tenía un aspecto lamentable, nada usual en él: la mirada perdida, los ojos llenos de lágrimas y el pelo normalmente peinado cuidadosamente, muy enmarañado. Todos nos quedamos mirándolo y nos asaltó la misma duda. Casi al unísono preguntamos "¿qué te he pasado?" Fue incapaz de articular palabra. Sólo se hincó de rodillas en el suelo y estalló a llorar.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (28) Sobre nuevas canciones, sustitutos y sexo psicodélico

(Audición recomendada: Kula Shaker - Govinda)




Había llegado a la conclusión de que venir a Islandia había sido una de las decisiones más acertadas de mi vida. Podía pasear tranquilamente por la calle, sin problemas ni agobios. El frio y el tiempo eran un hándicap al que me había acostumbrado. Además, ya era casi mayo y estaba mucho mejor. El invierno de Nueva York era bastante más duro. Había aprendido algunas palabras en islandés, como "buenos días" góðan daginn; "gracias" takk fyrir o "Estoy aprendiendo islandés" Ég er að læra íslensku. Esto era justamente lo que andaba buscando. Un aislamiento casi total del mundo exterior. Tenía mucho tiempo y pasaba horas tocando la Guild. Ya había dado forma a algunas canciones, aún con un título provisional como Rain Song, que iba sobre la lluvia o Molly, un tema que hablaba de una chica cuyo padre era un maltratador alcohólico y su madre una yonki.

Tuve de nuevo una llamada de Tony. En ella volvió a insinuar que estaría bien juntar a la banda otra vez. En ese momento era lo último que me apetecía. No quería verlo a él ni a ninguno de los otros. Sabía lo que ocurriría. Sacaríamos un disco, probablemente mejor que Rockin' Leisure aunque la prensa volvería a criticarnos diciendo que tras Suicidal Handbook deberíamos habernos separado; haríamos otra gira enorme con hits del segundo disco, añadiríamos unos cuantos dólares más a nuestras cuentas y pasaría otra temporada en rehabilitación. Es como si lo viera ya, así que volví a declinar la invitación. Un par de días más tarde, me llamó Herbie Johnston, nuestro manager y ya me dí cuenta de que Tony lo que hizo fue tantearme para ver si había cambiado de opinión. Trató de convencerme también. Mismo resultado, pero ahora ya me habían tocado los cojones. Esta vez me dijeron que si no era yo, buscarían otro guitarra solista para Unadaptation Syndrome. Así que de pronto, tenía a la banda que yo mismo había fundado con un tio que me iba a sustituir. Al principio me sentí traicionado, pero luego supe que en realidad no podía hacer nada contra eso. Aún así, iba a ser curioso ver cómo seguirían tocando canciones mías en su mayoría. Yo ganaría dinero por esa autoría, aunque no tocara en los conciertos. Visto de esa forma no estaba mal, ¿no?

¿Ásdís? Seguimos viéndonos. Parece que ella no ha dicho nada del secreto que tenemos entre los dos. La verdad es que ella me gusta. Tiene un carácter fuerte, tiene las ideas claras y sabe decir lo que piensa. No se corta. Eso conmigo está bien, pero para mucha gente no tanto, lo cual le ha acarreado muchos problemas. Ella es uno de los principales motivos por los que me gusta tanto esto. ¿Me estoy enamorando? No lo sé. No lo pienso. De momento me gusta pasar tiempo con ella y nos divertimos. No es algo que tenga planeado. Simplemente me dejo llevar. A nivel sexual es increíble. Merece mención aparte. Su marihuana es muy buena. después de cada sesión, nos sumergimos en la psicodelia más absoluta, con discos como el Sgt. Pepper de los Beatles o Electric Ladyland de Hendrix de fondo. Y a continuación volvemos a empezar.

Un día Ásdís trajo su guitarra y estuvimos tocando juntos. Estamos alcanzando cotas de compenetración que nunca había llegado a soñar con una tía. Porque es una tía, sí. Pero me siento con ella como si fuera mi mejor amigo. Nos emborrachamos, hablamos de música, de cine, arreglamos el mundo... nada que ver con las pijas que he conocido. Puede que mucho más guapas, o que vistan más finamente, pero totalmente vacías y con la única intención de sacarte algo. Ella era diferente. Una vez, mientras compartíamos un porro y flotábamos entre el humo, me dijo que tenía que irse de casa de sus tios ya. Me lo dejó caer muy sutilmente. Todo el alquiler que había mirado era demasiado caro para su sueldo y no sé si estaba esperando a que la invitara a mudarse a mi apartamento.

Baldur y el Sol de Medianoche: (27) Nuevas experiencias

(Audición recomendada: Pink Floyd - The great gig in the sky)







Era muy divertido tener a Ásdís en casa. Nos convertimos en íntimas. Fue muy agradable conocer a una prima con la que resultaba que teníamos tantas cosas en común. Me gustaba cómo era ella. Estaba descubriendo cosas. Nueva música, películas, bebidas, formas de divertirme... me aconsejaba mucho sobre los hombres. Me decía que no me atara mucho a ellos. Que era un error estar tan apegada a Baldur. No sé si tendría razón, pero es que no podía evitarlo. Estamos en un momento muy álgido de la relación. Nos veíamos todos los días. Hacíamos el amor casi siempre que podíamos... se había convertido en un pequeño placer buscarnos en clase y encontrar algún rincón apartado del edificio en el que dar rienda suelta a nuestra pasión. Su casa, la mía... últimamente era más fácil que fuera en la suya ya que había menos gente.

Ásdís pasaba algunas noches a la semana en casa de Jim. Ella también se divertía, pero cuando yo me refería a él como su novio, ella siempre ponía cara de susto y lo negaba rotundamente. "Jim es mi amigo, solo tenemos sexo. No queremos nada más ninguno de los dos" decía. Me daba igual. Cuando los veía juntos, a ella se le notaba cierto cuelgue. Yo creo que sentía mucho más por él de lo que me daba a entender. Por otro lado, mis padres ya están dejando algunos mensajes implícitos sobre el hecho de que pronto tendrá que buscarse un apartamento. Mi casa es muy pequeña para todos.

No sé qué me aguarda el futuro. Es algo en lo que no pienso. Sólo en vivir el día a día. El otro día, mi tutora en el instituto me llamó para hablar conmigo. Mis notas han bajado un par de puntos en los últimos exámenes y dice que nota una "grave falta de atención" en mí. No sé cómo. Yo sigo siendo la misma de siempre. Es cierto que los dos o tres últimos exámenes me han salido un poco más flojos, pero no es cuestión de hacer un drama de ello. He leído que la marihuana puede provocar falta de atención y dificultad para recordar información. Es cierto que ahora suelo compartir un porro con Ásdís al día, pero eso no me convierte en una drogadicta. Más bien me ha abierto la mente y me ha ayudado a ver las cosas desde otra perspectiva. He descubierto lo increíble que es la música. Pero no la música con la que nos bombardean desde los medios de comunicación, sino la de verdad. La que está hecha por músicos de verdad y con auténtico talento. La otra noche disfrutamos del Dark side of the moon de Pink Floyd en casa, mientras fumábamos y estábamos solas. Simplemente estando tiradas en la cama, mirando al techo, sin hacer otra cosa más... ni ver la tele, ni jugar a los videojuegos, ni nada... solo escuchar y sumergirnos en ese mundo. Ásdís me dijo "primita, ha llegado el momento en que tienes que empezar a escuchar música de verdad. Vas a experimentar un auténtico viaje psicodélico". Y así fue. Me encantó, sobre todo The great gig in the sky, con un momento de piano fabuloso y una parte vocal que me puso los pelos de punta. Después de aquello, metí en cajas mis discos de Take That y New kids on the block y los bajé al sótano. Hasta entonces, para mi, algo con más de un año ya era viejo y carecía de interés. Ahora estaba alucinando con un álbum de 1973. ¿Qué me estaba pasando? "Nanna, simplemente estás madurando y convirtiéndote en una mujer, tus gustos y prioridades cambian. Y más que lo harán". Necesitaba todos los discos de Ásdís. "Prima, quiero oirlos todos, grábamelos en cinta" le pedí. "Poco a poco, pequeña padawan" me contestó. ¿Padawan? ¿qué es eso? "Te lo vas a pasar muy bien a partir de ahora, Nanna, ya lo verás".

martes, 13 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (26) Conociendo a Johann

(Audición recomendada: Pearl Jam - The Fixer)






El efecto de la marihuana nos duró el resto del día. Decidimos experimentar un poco de sexo en ese estado Nanna y yo. Fue decepcionante, ya que los dos estábamos prácticamente sedados y no sentíamos mucho. Esa fue, sin embargo, la única práctica insatisfactoria. El resto fueron mejorando exponencialmente desde la primera vez. Fuimos conociéndonos mejor sexualmente y aprendiendo qué cosas nos gustaban más. No existían secretos entre los dos. Nos contábamos todo. Ella estaba perfectamente al tanto de la situación en mi casa. Si nuestra relación era cada día mejor, la de mis padres sufría el fenómeno inverso. Cada día mas broncas, más gritos... luego venían las lágrimas, los intentos de reconciliación. Parecían arreglarse y luego caían desde más arriba aún. Un día, mi padre ya no durmió en casa. No hubieron peleas ni ruidos, pero el silencio y la tensión latente se podían cortar en el aire. Mi único escape era Nanna y The Lazy Weekends. Volví a trabajar a media jornada en la hamburguesería, porque tener novia era caro. Sales fuera más veces, vas al cine, haces regalos... ella dice que son innecesarios, pero Jim me ha dicho que cuando dicen eso, quieren decir justamente lo contrario.

Jim y Ásdís están juntos. Es evidente. No nos lo han dicho, pero o yo soy muy tonto, o aquí pasan cosas que nadie entiende. Es una estupidez, no sé por qué querrían esconderlo. Se miran, se ríen, hacen chistes que sólo ellos entienden... se ve la complicidad que hay. Me pregunto cuántos secretos más se guarda Jim. Unicamente le vi tocar la guitarra en la tienda de Gudjon y lo hacía genial. Después se gastó una pasta increíble en la más cara que tenía allí. No era ni mucho menos un aficionado. Me dijo que en Los Ángeles trabajaba en un taller de coches, pero no sé. No acabo de imaginármelo con un mono puesto y lleno de grasa de motor por todos lados.

El asunto de la marihuana se había convertido en algo habitual en los ensayos. Yo no sabía liar un porro, ni jamás había comprado o cultivado, pero Ásdís, Johann y Jim siempre tenían, así que tarde o temprano acababa llegándote una calada de alguno. No me había convertido en un drogadicto. No creo que ninguno de nosotros lo fuéramos. Nuestras vidas no dependían de esa sustancia. Lo que sí había notado es que Bjarni, después de la primera mala experiencia con el THC, le había pillado el gusto al asunto y estaba aprendiendo a hacerlos.

Mi impresión de Johann había cambiado bastante. Ahora veía las cosas un poco como él. Incluso nuestra relación mejoró mucho. Tenía veintidós años y trabajaba en el mantenimiento del Blue Lagoon, una de las piscinas de agua caliente naturales más conocidas de Islandia, en Reykjavik. Era el mayor de dos hermanos. Sus padres murieron los dos en un accidente de tráfico hace años. Él tenía dieciséis años cuando ocurrió y en lugar de quedarse en manos de sus familiares más cercanos pidió la emancipación judicial, buscó un trabajo y cuidó a su hermano como un padre. Eso le honraba. No conocía a Johann realmente. Un día que llegamos primeros al local de ensayo y los demás tardaron un poco más, compartimos un porro y me lo contó. Me alegraba tenerlo con nosotros ahora. Le pregunté sobre cómo se sentía con la banda y me respondió que se lo pasaba bien y que estaba ilusionado con poder tener temas nuevos, porque se estaba cansando de tocar versiones.

Hablamos sobre Thordur. Sabía que él había llegado a la banda a través de él. Me confesó que no eran amigos realmente. Sólo conocía a alguien que conocía a Thordur y que fue a través de este amigo en común como ocurrió. Thordur había estado tranquilo desde el incidente el día del concierto. Lo había visto un par de veces más por la zona de los locales de ensayo y por algunos pubs del centro en mis citas con Nanna. Reykjavik es una ciudad pequeña y tarde o temprano acabas encontrándote con todo el mundo. No nos dirigíamos la mirada y era evidente que nos evitábamos, pero al menos no existía una hostilidad patente, ni hacia mi ni hacia nadie de mi entorno. Tampoco entendía el rencor que nos guardaba.

lunes, 12 de octubre de 2009

Story Art: Bjarni & Johann



Banda sonora: música de The Shadowlands (1)

Hasta el momento, estas son las canciones que están amenizando la lectura

1 Ryan Adams - The Shadowlands

2 Josh Rouse - 1972

3 Arctic Monkeys - The view from the afternoon

4 Oasis - Roll with it

5 The Vines - Take me back

6 The stands - Turn the world around

7 Foo Fighters - Everlong

8 Fools Garden - Lemon Tree

9 The Black Crowes - She talks to angels

10 Starsailor - I dont know

11 Embrace - Looking as you are

12 Sixpence none the richer - There she goes

13 Alanis Morissete - hand in my pocket (acoustic)

14 Porcupine Tree - Trains

15 The Who - Wont get fooled again

16 Eddie Vedder - Hard sun

17 Jeremy Enigk - Sandwich time

18 Sigur Rós - The nothing song

19 Mando Diao - Gold

20 The last shadow puppets - Standing next to me

21 Raydibaum - Meaningless

22 Queens of the stone age - No one knows

23 Russian Red - Girls just want to have fun

24 Soundgarden - My wave

25 Stereophonics - Local boy in the photograph

Baldur y el Sol de Medianoche: (25) El manual del suicida nos hizo ricos

(Audición recomendada: Stereophonics - Local boy in the photograph)






No pude negárselo a Ásdís. Me había reconocido. Pero ¿quién iba a imaginarse que me estaba acostando con una fan de Unadaptation Syndrome en su adolescencia? La chica al menos se lo tomó con naturalidad. No fue algo histérico. Además, a mi también me gustaba ella. Después de esa primera vez, quedábamos dos o tres veces por semana. Le pedí que fuera discreta y que no se lo contara a nadie, pues mas o menos estaba de incógnito en el país y que me había ido allí buscando paz y aislamiento. Parecía no haber problemas con eso, aunque sabía que si seguía relacionándome con los chicos, lo terminarían sabiendo, tarde o temprano. Ella me dijo que no pasaría nada si se hiciera público, que los medios de comunicación no eran pesados en Islandia. Puede que no, pero no conoce a la prensa amarilla americana o británica, sobre todo, tipo The Sun o News of the World. Son capaces de montar una oficina de seguimiento en la puerta de mi apartamento.

El sexo con ella era bueno. Tenía veintitrés años, pero sabía bien cómo satisfacer a un hombre. Algunos días dormía en el apartamento y luego se iba a trabajar como auxiliar de biblioteca. Una chica sencilla y honesta con buen gusto musical. Y además no tocaba nada mal. Los chicos estaban evolucionando en su música a pasos agigantados. Habían hecho ya tres o cuatro ensayos con Ásdís y su calidad como banda había aumentado un doscientos por ciento. Johann era el hombre callado, pero como batería tenía mucho que decir. Y eso que normalmente estaba en su mundo. Tenía una pegada muy dura y siempre iba muy clavado de tempo. Baldur era un guitarrista más que decente para ademas ejercer labores de vocalista. No una gran voz, pero con mucha personalidad, y lo mas importante: tenía actitud y carisma sobre el escenario y él solo con una acústica era capaz de captar toda la atención del público. El único que realmente desentonaba ahi era Bjarni. Estaba claro que no tenía oído ni capacidad musical. Trataba de suplirlo con tesón y ensayos, pero me daba la impresión de que no iba a ser suficiente. Básicamente le decían lo que tenía que tocar. Por otro lado, las canciones, si iban a ir en la misma onda que Forever, puede que esta banda tuviera algo que decir de verdad. Ese tema podría haber sido mínimo una cara b de algún single de Unadaptation Syndrome. Tenía fuerza y gancho. Quizás estuviéramos ante un buen compositor en potencia. Ásdís también tenía canciones propias. El otro día después de una sesión de sexo, tomó mi Guild nueva en la cama e interpretó algo llamado Every Moment. Sonaba muy bien, demonios. He tenido que venirme al culo del mundo para abrir los ojos y darme cuenta de que hay mucho talento escondido. Por mi parte, aún no he compuesto nada concreto. Sólo algunos apuntes que podrían significar algo, pero demasiado pronto como para llamarlo canción.

Llevo 3 semanas en Reykjavik. El único contacto que he tenido con el exterior ha sido Jodie. Hablamos 3 o 4 veces a la semana un buen rato. Ella sacó una brillante carrera de derecho en Boston gracias a una beca, se casó con un médico neurocirujano y tiene dos crías preciosas y una hipoteca. Era feliz. O al menos eso parecía. Sé que si yo hubiera seguido esos pasos no lo sería. Nunca estuve hecho para terminar una carrera universitaria, tener una pareja estable y ser uno más del rebaño. Yo sentía la necesidad de dejar una marca de mi existencia. Algo que pasara a la posteridad cuando ya no estuviera entre los vivos. Mi manera de expresarme era la música y parecía claro que algo de eso había conseguido. ¿Tenía añoranza de mi anterior vida? Joder, claro que sí. Tocar cada noche en una ciudad diferente; ver como las masas corean tu nombre; escuchar cómo la canción que hace cuatro meses sólo estaba en tu cabeza, ahora estaba sonando por la radio... había hecho algo grande junto a los chicos. Cuatro pobres desgraciados del distrito de Compton, al sur de Los Ángeles, con poco más que sus guitarras y el grunge habían conseguido huir de la miseria y la criminalidad.

Hoy había hablado con Tony, vocalista y guitarra rítmico de la banda. Por lo visto, en uno de los pocos momentos de lucidez se había dado cuenta de que había tocado fondo y de que yo había desaparecido del mapa sin decir nada a nadie. Consiguió contactar con mi hermana y la convenció para que le diera mi número en Islandia. Estuvimos hablando un buen rato recordando anécdotas y la cantidad de dinero que habíamos hecho en la última y agotadora gira del tercer disco. Casi dos años sin ver a mi familia. Rockin' Leisure no debió ver la luz. No de esa manera. Habíamos terminado otra mastodóntica gira con el exitazo del disco anterior, Suicidal handbook y no teníamos mucho que decir realmente, pero la discográfica nos presionó para sacar algo y aprovechar el inmenso tirón. No recuerdo gran cosa de las sesiones de grabación de aquel álbum. Creo que hasta el perro que estaba en el patio del estudio iba de ácido hasta el culo. El resultado fue que cierta prensa especializada como Rolling Stone o NME nos crucificó. Algunos de los titulares fueron "Falta de ideas", "Disorientation Syndrome", "Están acabados" o "US: RIP". Por eso, el playlist en ese tour estuvo basado casi en un ochenta por ciento en canciones de Suicidal Handbook. Aún así, seguíamos vendiendo.

Tony quería retomar la banda, volver a ensayar y empezar a componer temas nuevos. Tenía amigos en productoras y discográficas que no dudarían en poner dinero para un cuarto disco, ahora que el contrato con Virgin por tres discos había terminado. Además, quizás sería una buena idea llamar a Chris Cornell o Eddie Vedder para algún tipo de colaboración. Se estaba poniendo de moda. Sin duda añadiría atractivo al disco y nos ayudaría a vender más. Le dije que en estos momentos no me encontraba con ganas de volver al local de ensayo y a tener que soportar la presión de alcanzar unas espectativas con un sello discográfico. Había encontrado un sitio en el que estaba en paz conmigo mismo. "Johnny, ¿dónde coño estás? He tenido que marcar un prefijo muy extraño para dar contigo, tu hermana no me lo ha querido decir" me preguntó en tono jocoso. "Mejor que no lo sepas, porque te asustarías" le respondí.

domingo, 11 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (24) THC

(Audición recomendada: Soundgarden - My Wave)







Ásdís se incorporó a la banda. No hizo falta mucho para convencerla. No tenía equipo propio, pero de momento, podría manejarse con mi guitarra anterior, una Epiphone SG hecha en la República Checa. El local de ensayo proporcionaba amplificadores para aquellos que lo necesitaran, así que comenzó tocando con uno de ellos, de momento. Dijo que compraría algo más decente cuando le llegara la primera paga de ese trabajo que tenía como auxiliar de bibliotecario. La banda había ganado enormemente y volvíamos a ser 4 sobre el escenario. Además ahora teníamos a una chica y en mi opinión, eso era un plus de interés, sobre todo para el público masculino. Aunque no fuera una Cindy Crawford, sin duda tenía su encanto. También tenía actitud y desparpajo y habíamos ganado en coros, ya que no le importaba apoyarme vocalmente en estribillos.

En aquel ensayo estábamos Bjarni, Johann, Ásdís y yo, y Kára, Nanna y Jim como espectadores. Empezamos repasando las versiones. La nueva no tuvo problema en acoplarse rápidamente. Sabiendo la tonalidad en la que se encontraba cada tema, era capaz de bucear en él dando con los arreglos adecuados. Quizás no exactamente como en los originales, pero no era lo que buscábamos. Queríamos añadir unas gotas de personalidad. Justo los pasos anteriores a contar con un repertorio enteramente propio. De momento Forever era una gran baza para nosotros y la gente que lo escuchó en el concierto del Fuzzion quedó muy impresionada, aún tratándose de una versión acústica. Ahora había ganado en energía y potencia. Las partes que añadía Ásdís con la SG eran muy agresivas y el golpeo desenfrenado de Johann la hacían increíblemente rockera. Bjarni había aceptado su posición como menos dotado musicalmente dentro del grupo y se limitaba a sentar las bases. En algunas ocasiones le enseñábamos algunos detalles que podrían quedar bien en las líneas de bajo que poco a poco iba integrando, aunque le costaba la vida.

Nanna estaba allí sentada, mas bonita que nunca y sin quitarme ojo de encima. Es muy cursi, pero estoy muy muy enamorado. Y ella lo está de mí. Kára estaba allí con un gesto un poco contrariado en el rostro después de comprobar que sus intentos de seducir a Jim habían sido infructuosos. Mi compañera de grupo me miraba de forma extraña y luego parecía reirse de la situación. Allí había gato encerrado. Terminamos de repetir Forever por tercera vez para memorizar algunas partes e hicimos un descanso. Fuimos todos al hall de entrada de la nave para sentarnos en los sofás y tomar un refresco.

Ásdís sacó una bolsita con cogollos de marihuana de su bolso y empezó a liar un porro. A Johann se le abrieron muchos los ojos y Jim sonrió y movió la cabeza en gesto afirmativo. Kara, Nanna, Bjarni y yo nos quedamos un poco fríos. Yo era muy receloso con todo lo que tenía que ver con las drogas. Aunque fueran blandas. "Es de mi propia cosecha en Akureyri. Unos amigos y yo teníamos un invernadero genial para autoabastecernos. Es muy muy buena, pero tened cuidado que os puede dejar KO mucho tiempo". Kára se levantó y se despidió en ese momento diciendo que tenía cosas que hacer. Nanna se extrañó muchísimo. No recordaba que su amiga tuviera que hacer algo. A los demás la verdad es que nos importó bastante poco que se fuera.

Empezó fumando Ásdís. Jim estaba a su izquierda y Johann a continuación. Fueron pasándoselo y podías ver como le cambió la cara a la chica y luego a Jim. No advertí nada diferente en el rostro de Johann. Mi chica miraba de forma curiosa y a Bjarni se le notaba ciertamente incómodo. Una inmensa nube de humo blanco cubría ahora nuestras cabezas. Cuando el porro volvió a Ásdís, se lo tendió a Nanna. Ésta dudó un instante y luego, para mi asombro lo tomó. "Inspira el aire con los labios cerrados sobre la boquilla y deja que entre, de forma relajada" le recomendó su prima. Así hizo. Tosió un poco y luego volvió a darle otra pequeña calada. Yo la miraba y constaté como el blanco de sus ojos se volvía más rojizo y sus párpados caían levemente. Se encorvó un poco y finalmente se dejó caer sobre el respaldo del sofá mientras suspiraba profundamente. Me llegó a mí y de pronto tuve un dilema en la cabeza, sobre si ser fiel a mis principios de chico sano y deportista o vender mi alma al rock and roll. De esto último ya tenía bastante y me apasionaba. El sexo había sido increíble, así que sólo me quedaba por probar la droga para completar la máxima. Lo sujeté con los labios y aspiré suavemente. Ví como se consumía en el otro extremo. Me rascó bastante la garganta y sentí asco por un momento. Luego noté como mis pulmones se llenaban del humo y luego una sensación como si todo mi cuerpo pesara mucho menos. Hormigueo en las extremidades y paz. Mucha paz. De pronto, el grupo de heavy que martilleteaba en la lejanía hasta me pareció que sonaba bien. Todos los músculos relajados y una sensación de felicidad reforzada por el abrazo que Nanna me estaba regalando. Sonreía mucho y tenía los ojos semicerrados y brillantes. Todos los que habíamos probado aquello nos encontrábamos en una situación similar y nos empezó a hacer mucha gracia eso. Jim comenzó a reirse discretamente, pero Ásdís lo siguió al instante y Johann soltó una carcajada ruidosa. Nanna y yo reímos con ganas, hasta que nos empezó a doler la barriga. Bjarni estaba allí y no entendía nada de lo que pasaba, pero quería participar en la fiesta. Así que dejó su inicial reticencia y lo probó. Le dio varias caladas seguidas y no notó nada especial, hasta que al cabo de unos minutos se puso blanco con muy mala cara. Jim se levantó dando tumbos, fue hasta la máquina de la entrada y sacó varias chocolatinas. "Azúcar contra el amarillo" dijo, pero sólo parecieron entenderlo Ásdís y Johann que estaba disfrutando de lo lindo. Bjarni encontró fuerzas para levantarse y luego fue al baño a vomitar.

viernes, 9 de octubre de 2009

Story Art: Nanna



Baldur y el Sol de Medianoche: (23) Solos los dos

(Audición recomendada: Russian Red - Girls just want to have fun)




Baldur vino justo a la hora que le dije que no habría nadie en casa. Mis padres habían ido a cenar fuera para celebrar su aniversario y tendríamos la casa entera para nosotros solos. Llamó al timbre y no pasaron 3 segundos hasta que abrí. Se presentó vestido de manera natural. Tal y como era. Una chaqueta gordita muy rockera sin cuello, una camiseta blanca de algodón de manga corta y unos pantalones vaqueros gastados. Se había peinado un poco ese pelo que cada día quedaba un poco más largo. Cómo envidiaba a la gente con el pelo oscuro, como mi prima... como él. Se hacían especiales aquí. Tenía la tez muy blanca y la nariz y las orejas un poco más rojas a causa del frío de la calle. Su mirada era cautivadora. Qué bonitos son los ojos marrón claro. Casi como el color de la miel.

Nos quedamos así mirándonos 30 segundos en el hueco de la puerta sin hablarnos. Sólo explorándos. Luego él tomó mi mano y la besó tiernamente. Lo hice pasar. Le ofrecí algo para beber. Ambos tomaríamos unos refrescos. Fui a la cocina y mientras me alzaba para coger un par de vasos del armario superior, él llegó sin que yo lo viera. Puso sus manos en mis caderas con mucha delicadeza y acercó su cabeza a mi cuello. Paró ahí para olerme. Podía sentir su aliento. Luego me besó un par de veces apartando mi melena. Creo que pudo notar como se me erizaba toda la piel. Posó su mano sobre la mía que estaba apoyada en la encimera. La otra había ido a parar a mi vientre, bajo el top de tirantes blanco que llevaba puesto. Allí se había encontrado con mi ombligo. Me giré con la respiración acelerada, apoyando mis brazos en sus hombros, quedando totalmente expuesta a él. Ahora acariciaba mi espalda desde abajo hasta casi el omóplato y mi rostro desde el carrillo hasta el mentón. Muy despacio, muy suave. Sus facciones se me quedaron grabadas en el cerebro para siempre. Recorrí con la mirada cada pliegue de su piel, las imperfecciones de sus orejas, alguna marca cicatrizada junto a su ceja, algún pequeño lunar junto a la nariz... y sólo quería besarlo. Temblaba de emoción. Nos fundimos en un beso muy jugoso y prolongado mientras juntábamos nuestros cuerpos todo lo que nuestras ropas nos permitieron.

Baldur me quitó con mucha delicadeza mi top, mis pantalones... despacio. Disfrutando del momento. Le ayudé con el sujetador. No se le notaba muy puesto en esas artes, pero 5 minutos antes nos confesamos mutuamente nuestra virginidad y los dos acordamos ir aprendiendo poco a poco, juntos. Luego me mostró su torso, fuerte y ligeramente poblado de vello. Baldur era muy apetecible. Me dijo que hacía algo de ejercicio, pero se podía ver claramente que sus músculos estaban bien tonificados y fibrosos. Luego el cinturón y los pantalones... la ropa interior. En cuestión de un momento, los dos estábamos desnudos el uno frente al otro. Pasamos nuestras manos por nuestros cuerpos, acariciándonos, explorándonos, besándonos y descubriendo nuevas sensaciones. Nos juntamos y noté tensión en la parte baja. Baldur estaba preparado. Y yo también. Fue inolvidable.

jueves, 8 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (22) Sexo con celebridades

(Audición recomendada: Queens of the Stone Age - No One Knows)






Baldur se fue al cabo de un rato porque había quedado con mi prima. Jim no parecía con ganas de despedirse, ni yo tampoco. Era de Los Ángeles y se había criado en una familia muy desastrosa, en un barrio muy poco favorecido. Había sido un rebelde toda su vida y tuvo la suerte de ganar un concurso de la TV que le dio mucho dinero. ¿Es posible que ocurran esas cosas? ¿Me estaría vacilando? En cualquier caso era difícil no envidiarle. La sociedad islandesa era demasiado modélica. Joder, si ni siquiera tenemos ejército y la gente nunca echa el cerrojo en las puertas de las casas. Nunca ocurren cosas interesantes. Son todo noticias políticas, económicas o la enésima derrota del equipo nacional de fútbol. Todo era demasiado previsible. No me extrañaba que la gente se suicidara tanto.

Sí, Jim me gustaba. Era mayor. Decía que tenía 32. Me ponía, joder. Y yo notaba que él no me quitaba el ojo de encima. ¿Debo portarme bien? Llevo pocos días invitada en casa de mi prima, aunque fuera temporal, se supone que estaba buscando apartamento. Nos quedamos allí en la cafetería, los dos solos en una mesa de una esquina. Aún estaba caliente la taza vacía de Baldur y yo estaba pensando en tener sexo con un tío al que acababa de conocer. No me hizo falta dejar ninguna señal. Cuando me dí cuenta, él estaba lo suficientemente cerca de mi y me estaba pasando la mano por el interior del muslo. Inmediatamente después ya tenía mi lengua metida en su boca. Vaya pasión, lo noté muy impetuoso de repente. Como si llevara meses sin ver a una mujer. La consabida pregunta de "¿vamos a tu casa o a la mía?" no tardó en salir de sus labios. La suya, por supuesto. Solo faltaba que metiera a un tipo desconocido en casa de mis tios.

Tomamos un taxi hasta el apartamento que tenía alquilado. Dejó una propina considerable. Sí que tuvo que ser mucho dinero el que ganara en ese concurso. Se notaba que llevaba poco tiempo allí. La decoración era minimalista y carente de personalidad. No me pegaba con él. Hice un comentario al respecto que él mismo cortó de raiz en el mismo momento de entrar con un beso increíble. Dentro hacía un calor tremendo, pero ninguno de los dos teníamos intención de buscar el control de la calefacción. No en ese momento. Él estaba demasiado ocupado desabotonando mis pantalones vaqueros. Casi me los arranca de la piel. Yo le ayudé con la camiseta de algodón que llevaba. Hice lo propio con su ropa y en un momento estábamos los dos desnudos en el salón del apartamento. No tenía un físico impresionante, pero con tíos peores me las había visto. Me gustaba su pelo y su barba. Le daba un toque salvaje. Cuando llegué con mi mirada al tatuaje que tenía en el hombro casi me quedo sin aire. Fue de manera progresiva. Primero me sonó de haberlo visto en algún lado. Luego recordé que fue en un videoclip. Luego que fue en uno de Unadaptation Syndrome y por último, que pertenecía al guitarra solista. John Stewart. Para rematar, estaba haciendo realidad uno de mis sueños de adolescente de acostarme con uno de mis ídolos musicales. ¡El jodido Johnny Stewart! ¡Claro! ¡Si lo tenía delante de mí! Quítale la barba, las gafas y córtale el pelo y era él. Llevaba toda la tarde pensando que me recordaba a alguien. Creo que no quería esperar a llegar al dormitorio de la planta de arriba, así que encantada de la vida y con una sonrisa de oreja a oreja, sin decirle nada, me dejé hacer. Me sujetó entre sus brazos y la pared y yo hice pinza con mis piernas. Buen sexo. Quizá luego le pediría un autógrafo.

Baldur y el Sol de Medianoche: (21) Buscando guitarras

(Audición recomendada: Raydibaum - Meaningless)








Los primeros 3 o 4 días me los pasé conociendo la ciudad lo mejor que pude. Mezclándome con la gente y tratando de impregnarme del estilo de vida islandés. Me gustaba. Son gente muy muy abierta y todo el mundo habla inglés con mayor o menor soltura. Paseando por Suðurgata, vi en una de las bocacalles una pequeña tienda de instrumentos de nombre Tonastodin y no dudé en entrar, necesitaba tocar. El stock no era muy amplio, pero tenían buenas marcas, asi que estuve mirando un poco y el hombre al cargo se me acercó y me saludó. Se presentó como Gudjon y se dispuso a ayudarme. Le dije que estaba buscando una guitarra acústica buena y quizá un equipo completo de eléctrica, incluyendo amplificador. Al momento se dio cuenta de que tenía las ideas muy claras y de que no estaba hablando con un aficionado. Y que estaba dispuesto a dejarme una suma importante de dinero. Me ofreció una Martin y una Guild que tenía puestas en una vitrina. Probablemente lo mejor que tenía en la tienda. Pregunté por alguna Gibson. Me dijo que normalmente no trabajaba con esa marca, pero que podía pedirme alguna si quería. En realidad me daba igual.

Me senté en un banquito que tenía preparado para estas ocasiones y me afinó la Martin en primer lugar. La tomé y me gustó bastante. Comprobé el ajuste del mástil y la resonancia general. Comencé tocando algunos arpegios. Las cuerdas estaban un poco viejas, pero podía hacerme una idea. El sonido era muy bueno, sin embargo estaba durísima. El acabado era natural, sin barniz, con diapasón de palorrosa e incrustaciones de nácar con forma de puntos dot. Muy espartano. Luego pasé a la Guild, mucho más bonita. Tras unas comprobaciones previas, noté que estaba bastante desajustada, así que le pedí una llave allen para enderezar el mástil. El buen hombre me miró con algo de desconfianza, pero luego accedió. Y vaya cambio. Tras apretarle un poco, la guitarra era completamente diferente. Estuve recordando una media hora algunos temas de la banda. Llevaba sin tocar 4 o 5 meses y estaba un poco oxidado, pero hay cosas que no se olvidan. O casi. En medio del estribillo de nuestro hit más importante del segundo disco, Great Expectations, olvidé un acorde. No podía seguir. Lo intenté varias veces, pero no hubo forma. Detrás de mí escuché una voz que me dijo "es la menor séptima". Giré la cabeza y para mi sorpresa, era un chico joven, de no más de 16 años cuya cara me sonaba. Claro, uno de los chavales que estaban tocando la otra noche en el pub aquel. "Hombre, hola de nuevo" le dije. El chico me recordó y me saludó amablemente. "No tocas nada mal los temas de Unadaptation Syndrome". Se adentró hasta el mostrador y saludó calurosamente a Gudjon, el hombre de la tienda. Venía con una chica de pelo oscuro que se quedó hablando con él. El chico se acercó y se sentó en el suelo junto a mi. "Me llamo Baldur, ¿puedo unirme?" dijo mientras cogia la Martin que estaba justo al lado y que yo habia tocado antes. Comenzamos de nuevo Great Expectations y él se dedicó a tocar la rítmica que normalmente hacía Tony en el MTV Unplugged que grabamos hace unos años, dejándome toda la parte solista. Se lo sabía a la perfección. En medio del tema, se animó a cantarla y aquello se convirtió en un pequeño acústico improvisado que atrajo la atención de Gudjon, la chica que vino con Baldur y 2 o 3 personas más que habían entrado. Cuando terminamos, se produjo un espontáneo aplauso y los dos reímos animadamente. Me presenté oficialmente, pero le di un nombre falso. "Hola Baldur, soy Jim".

Después de aquello, me llevaron a una cafetería cercana para tomar algo y hablar un poco. Al fin y al cabo aún no conocía a nadie en la ciudad, a parte de mi casera Gerda. Me llevé la Guild y los chicos compraron algunas cuerdas. Ella se llamaba Ásdís y tenía algo especial. No era excesivamente guapa, ni poseía un gran cuerpo, pero sus ojos eran bonitos. Además, tenía una forma de hablar y de expresarse que me gustaba mucho.

Ninguno de los dos parecieron reconocerme, aunque Baldur me miraba de manera extraña. Quizás lo supiera y se lo tomaba con desconfianza o simplemente no se lo creía. Lo que si estaba claro era que ese chico y esa muchacha tenian pinta de buenas personas; honestos y transparentes. Justo lo que necesitaba después de vivir tanta hipocresía y amigos por conveniencia.

Baldur y el Sol de Medianoche: (20) Necesitamos a alguien más

(Audición recomendada: The Last Shadow Puppets - Standing next to me)






Para un arreglo en el primer concierto me pude apañar, pero para que la banda siga evolucionando es necesario contar con alguien más a la guitarra si queremos darle más profundidad a nuestra música. Los ensayos siguientes fueron bastante desesperanzadores. Bjarni por fin comenzó a superar su complejo de inferioridad y era un bajista solvente, pero no podías pedirle mucho más. Cuando se quedaba solo era incapaz de sostener la canción. Además, la dirección que íbamos a tomar sería la de ir incorporando las canciones propias al repertorio de forma progresiva. Forever era un tema que sonaba bien de manera acústica, pero tenía mucho potencial y sólo lo podríamos desarrollar bien si estábamos 2 guitarras para cumplir con las exigencias armónicas.

"Vamos a hacer un descanso, necesito despejarme un poco. Estoy bloqueado" dije. Bjarni me miró con cara de extrañado y Johann salió de la habitación antes de que me diera tiempo a terminar la frase. Nos sentamos en el sofá que había en la sala exterior de la nave industrial donde se alojaban los locales de ensayo proporcionados por el ayuntamiento. Saqué un par de Coca-Colas de la máquina, para mi amigo y para mi. Johann se había alejado para fumarse algo con la gente de los otros grupos que se encontraban allí. Abrí la lata y fue en ese momento cuando Nanna apareció para alegrarme la tarde. Venía acompañada de otra chica algo mayor. Saludaron y acercaron el otro sofá que había pegado en la otra pared hasta colocarlo frente a nosotros. No habíamos dejado de mirarnos. La otra noche iba guapísima más arreglada, pero no sabría decir si estaba mejor más natural. Sonreía. "Ella es mi prima Ásdís. Viene de Akureyri a vivir aquí y no conoce a nadie, así que estoy enseñándole un poco esto. Le dije tenía a unos amigos que tocaban en un grupo y ella insistió en venir a veros". La verdad es que si te fijabas bien, las dos se parecían mucho, aunque Ásdís tenía unos rasgos un poco más duros y los de Nanna eran más dulces. Los ojos y la mirada eran iguales. Ásdis empezó a hablar un poco de ella y me di cuenta de cómo Bjarni no perdía detalle ni del relato ni le quitaba ojo a la chica. Nos contó que ella también tocaba y que había tenido un par de grupos en Akureyri, pero que era una ciudad muy pequeña y que las oportunidades no eran las mismas. Quiso ver nuestro equipo y Bjarni se ofreció a enseñárselo al instante. Nanna y yo nos quedamos solos.

"No has venido con Kára para evitar que te saque corriendo de aquí, como suele ser habitual, ¿verdad?" dije. Ella rió con ganas. "Efectivamente, está visto que no podemos hablar tranquilamente" respondió. Nos intercambiamos los teléfonos para así no tener que depender de venir a los ensayos o a las clases del instituto para quedar o vernos. Ella volvió a darme las gracias por la dedicatoria del concierto del otro día. "Eres especial para mí, solo quise hacerlo por tí, porque lo sentí de esa manera en ese instante. No lo había planeado, simplemente ocurrió". Ella se ruborizó y bajó su mirada, luego humedeció sus labios y volvió a mirarme. O hacía algo entonces o iba a parecer estúpido, así que me acerqué; posé mis dedos suavemente en sus pómulos, sonrojados y luego la besé tiernamente en los labios. Fue corto. Luego me separé un poco. Ella me volvió a buscar y esta vez abrió la boca para obsequiarme más. Yo lo acepté encantado y bajé mis manos por su cuerpo, hasta la cintura. Noté como se estremecía. Pasó sus dedos entre los mechones de pelo que caían sobre mi nuca, al tiempo que se me erizaba el vello. Podía sentir un cuerpo firme y curvoso debajo de la ropa que llevaba hoy. Lo que había comenzado con un inocente beso en los labios, se estaba convirtiendo en un magreo bastante serio y yo me daba cuenta de que aquello tenía pinta de ir mucho más allá. Los dos despertamos de aquel estado de ensoñación y nos quedamos mirándonos con una amplia sonrisa. De pronto estábamos en el mismo sofá, ella echada prácticamente sobre mí en el momento en que Ásdís y Bjarni volvían.

"Vaya primita, ya veo que no era yo la única interesada en venir, aunque por lo visto la música no era el motivo principal". Johann comenzaba a aporrear su batería solo en la lejanía, sobre una melodía imaginaria de Forever. Ásdís cogió mi guitarra y se unió al vertiginoso ritmo. De esa manera surgieron los mejores arreglos que podría haber imaginado para la canción. La verdad es que nunca había pensado en incorporar una chica a la formación. ¿Le interesaría?

Story Art: Baldur

Baldur y el Sol de Medianoche: (19) Ásdís

(Audición recomendada: Mando Diao - Gold)




Mi prima Nanna ya estaba esperándome cuando llegué a la estación de autobus de Reykjavik, Reykjavíkurflugvöllur. También se trata de un pequeño aeropuerto para vuelos nacionales. Tiene un tráfico de pasajeros bastante intenso y ahora que empezaba la primavera y el transporte por carretera era más seguro, la gente se movía más en este medio. Junto a Nanna, según me dijo estaría su inseparable amiga Kára; y así fue... vestida muy ligeramente a pesar del frío.

Akureyri es una pequeña ciudad al norte de Islandia de donde provengo. También denominada la capital del norte, allí he terminado los estudios universitarios de Historia Escandinava por presión materna. Una vez finiquitado el compromiso, decidí irme de casa y empezar mi propia vida lejos del calor familiar. Había conseguido un trabajo como auxiliar de bibliotecaria de Reykjavik y fue la excusa perfecta. Después de 5 o 6 años sin saber nada de ella, un día llamé a mi prima Nanna, de manera un poco convenida, para saber si podría quedarme en su casa unas semanas mientras encontraba alojamiento. Para mi sorpresa, Nanna se entusiasmó al saber que su prima Ásdís venía a vivir a la ciudad y se mostró encantada de ayudarme. A pesar de que nuestras madres siempre estuvieron muy unidas, ella y yo nos mantuvimos algo más alejadas, sobre todo por la diferencia de edad. Siete años eran muchos años, pero ahora ella con 16 y yo con 23 tendríamos la madurez suficiente como para saber si teníamos cosas en común y podríamos llevarnos bien.

Allí estaba la pequeña Nanna, siendo poseedora de un magnífico y esbelto físico, tal y como yo había pronosticado la última vez que la ví con tan solo 10 años. La maldita estaba desarrollándose rápida y magnificamente. Seguro que las chicas de su edad la envidiaban mucho. El parecido con su madre era tremendo. Los ojos eran inconfundibles. Al menos ahí sí era evidente que compartíamos genes. En realidad, lo único en lo que nos parecíamos. Yo era algo más bajita, más canija, rasgos faciales menos agraciados, aunque parecidos, y mi pelo era negro como el azabache.

Me bajé del autobus con mi guitarra acústica colgada en la espalda y fui directamente a fundirme en un largo abrazo con mi prima. Las dos sonreímos sinceramente, nos miramos a los ojos y volvimos a abrazarnos. Luego Kára me sonrió también, me saludó y nos dimos un amistoso beso de presentación mientras Nanna recogía mi maleta. "Han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos primita, ya veo que has crecido un montón" le dije con gesto burlón. "Tenemos muchas cosas que contarnos, Ásdís. Estoy deseando llegar y hacer una fiesta de pijamas para ponernos al día" me respondió. Desde allí tomamos un autobús urbano hasta casa. Kára se quedó un rato con nosotras para un café y luego se fue. Nanna y yo estuvimos despiertas hasta altas horas de la madrugada compartiendo la historia de nuestras vidas en los ultimos 6 o 7 años. Y sí que conectamos bien. Era una joven muy madura para su edad, con las ideas muy claras e inteligente. Algo inocente, pero eso viene de familia.

Yo he tardado 5 años en terminar una carrera de 3. He jugueteado con las drogas un poco y me he dejado llevar bastante. Soy muy partidaria de la filosofía carpe diem. Mi máxima ilusión habría sido montar mi banda de punk e irme de gira mundial, pero soñar no vale de mucho. En lugar de eso, me conformo con tocar mi guitarra y escribir y tocar mis canciones para mí misma, en la soledad de mi habitación. Lo más normal era encontrarme en cualquier momento del horario lectivo borracha o colocada con mis amigos por el campus. Mi padre murió siendo yo muy joven y mi madre bastante tenía con pagar la hipoteca de la casa y mantenernos a las dos con su sueldo de limpiadora. Sé que era una carga para ella y siempre había recibido ofrecimientos y ayudas económicas de la familia, pero era demasiado orgullosa para aceptarlas. Yo por temporadas había trabajado a tiempo parcial en algun restaurante de comida rápida para pagarme mis cosas. Ahora me había ido de casa en contra de su voluntad y se había quedado triste, probablemente en compañía de su enésimo novio. No aguantaba el mal gusto de mi madre por los hombres, pero eso merecía un capítulo a parte.

Nanna escuchó mis historias con los ojos abiertos como platos. Estaba fascinada con su prima. Llevaba deseando toda la vida una hermanita mayor con la que tener complicidad, pero sus padres decidieron que fuera hija única. Ahora me tenían allí y todo parecía ir bien con el asunto. Desde esa noche me convertí en una especie de modelo a seguir para ella. Yo le traté de explicar que el hecho de que yo fuera así no significaba algo bueno. Había cometido muchos errores y mi vida no era modélica. Ella tenía la oportunidad de evitarlo. De todas formas yo no era su madre ni tenía el poder de decirle qué podía hacer y qué no. Y también necesitaba una compañera de juergas, qué demonios. No me importaría enseñarle algunas cosas buenas de la vida.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (18) Viaje al fin del mundo

(Audición recomendada: Sigur Rós - The nothing song)




Doce horas más tarde y después de haber salido desde Los Ángeles y haber hecho escala en Seattle, por fin llegaba al Aeropuerto Internacional de Keflavik. La business class no ha impedido que tenga los pies entumecidos, pero los 10 whiskeys que he tomado me han ayudado a hacer el viaje más llevadero y a dormir más fácilmente. Menos mal que la azafata se lo ha tomado a cachondeo. Por lo visto, y debido a las condiciones atmosféricas, hemos tardado un poco más de la cuenta. Cuando aterrizamos a las 5 de la tarde el cielo estaba absolutamente cubierto, llovía y era noche cerrada. El aeropuerto es de juguete. En Estados Unidos casi se podría hablar de aeródromo.

Después de recoger las maletas he pedido un taxi para llegar al apartamento que había alquilado. Porque no estoy en Reykjavik, la capital, sino a 60 km de allí. Tuve que empezar a pensar en kilómetros en lugar de millas y en kilogramos en lugar de libras... esto es Europa. Cuando supe que esos 60 kilómetros eran aproximadamente 37 millas, pensé que una media hora en taxi, como mucho, bastaría para dejarme calentito y descansado en mi cama. Resulta que la única carretera asfaltada del pais es la que bordea la costa de la isla... y es de un carril para cada sentido. Y no se trata de asfalto común. En muchos casos está en mal estado y en otros en obras, con mucha grava, debido a las duras condiciones climatológicas. Ni hablar de circular a 75 millas por hora (o 120 kilómetros por hora en nomenclatura europea), por lo que el trayecto se cubre en unos 50 minutos por autobús o unos 40 en coche, si le pisas lo bastante.

El taxista no tuvo problemas en aceptar dólares, aunque eso me costó un poco más que si hubiera pagado en coronas. El paisaje parecía lunar. A través de las ventanillas del coche, a medio camino entre un monovolumen y un 4x4, y a pesar de que era de noche, podía intuír la belleza cruda del lugar. A la izquierda, un acantilado y la inmensidad del Atlántico Norte y a la derecha, una llanura despoblada de cualquier tipo de vegetación. La lluvía no paraba de caer. Fina y constante. El conductor, un buen tipo llamado Finnur de unos 50 años me preguntó si era mi primera vez en la isla. No tuve más remedio que decirle que sí. Lo era de forma consciente. "Si no te gusta el tiempo que hace, solo espérate 5 minutos" me dijo. "Cambia constantemente. De todas formas, a partir de ahora empezarán a haber más horas de luz y hará menos frío". Nadie me había reconocido. De momento, el "disfraz" funciona.

Llegamos a Reykjavik. La ciudad es pequeña. Acostumbrado a Los Ángeles o Nueva York, aquello se me hacía más un pueblo, o un barrio. Las casas eran bajitas y el mobiliario urbano muy austero y funcional. Llamé a la puerta del número que tenía apuntado. Gerda, la casera, apareció enfundada en una bata de color claro. La mujer, de unos 70 años de edad y prominentes arrugas me recibió con una amplia sonrisa. Tenía un buen aspecto y se podía intuír que había sido una joven atractiva. Jodie se encargó de hacer todas las gestiones para mi alojamiento. Tenía una hermana que no me merecía. No sé cómo demonios consiguió reservar este apartamento en pleno centro de la ciudad, justo en el número al otro lado de la calle. Gerda, en un buen ingés de marcado acento islandés, me dio las llaves del apartamento y me guió hasta él. Me explicó cómo funcionaba la calefacción y algunas nociones básicas de transporte público y costumbres diarias.

El sitio estaba amueblado de manera muy sencilla y funcional. Parece uno de los sellos de identidad islandeses. Todo moqueta por el suelo, muy diáfano. Planta superior con dormitorio y otro baño. Cocina con barra americana. Pequeña TV y teléfono. También había una mesa de escritorio y algunas sillas. Nada de lujos. Tampoco los buscaba. Coloqué toda la ropa en el armario. Eran poco más de las 9 de la noche y yo estaba hecho polvo del viaje y del jet lag. Me metí en la cama pero no podía dormir. Había dejado mis guitarras en Los Ángeles. A veces tocar me servía para relajarme y buscar el sueño. Otras, las menos, me salía algo decente y lo repetía las suficientes veces como para acordarme al día siguiente y grabarlo en el 8 pistas del local de ensayo. De pronto me di cuenta de que tenía hambre y recordé que solo había comido alguna porquería en el avión. Decidí salir a la calle y buscar algún sitio en el que comer y beber algo.

Menos mal que había dejado de llover y no hacía excesivo frío. Vagué un poco por las semidesiertas calles del barrio hasta que vi algo de luz en una esquina y descubrí que se trataba de un pub. Me acerqué y escuché música en directo. Perfecto. Era mucho más de lo que esperaba encontrar. Entré en el local. Estaban tocando un grupito de chicos jóvenes algunas versiones un poco manidas, pero no sonaban nada mal. Es más, sonaban bastante bien. A town called malice estaba haciendo las delicias del público que abarrotaba el sitio en ese momento. Decidí hacerme un hueco en la barra y pedir una hamburguesa de carne islandesa. Espero que acepten tarjetas de crédito, porque no llevo ni una corona encima.

Baldur y el Sol de Medianoche: (17) El sabor del éxito

(Audición recomendada: Jeremy Enigk - Sandwich time)



Sin duda, el momento más ingrato de la noche fue el desmontaje del equipo, pero tras el exitazo, me supo casi a gloria. Además, después tuvimos una gran barra libre sin restricción de alcohol. Al dueño se le podía caer el pelo si trascendiera a las autoridades, pero con la caja que había hecho aquella noche, creo que le daba hasta igual. Nos pagó las 10.000 coronas pactadas -una miseria, en realidad. Nanna estaba allí esperándome. Técnicamente era nuestra primera cita. ¿Podría ser aún mejor?

El Fuzzion había retomado su actividad habitual de poner música y servir copas. Recibimos felicitaciones de casi toda la audiencia, incluso de gente que no conocíamos, como un tipo de barba, pelo largo y gafas que no había visto en mi vida y otros que habían venido por inercia con más gente con los que solo había intercambiado un saludo en clase. Bjarni estaba disfrutando como nunca. Se equivocó varias veces durante todo el concierto, pero en ese momento todo le parecía perfecto. Y a mi también, demonios. Se lo había currado bastante para estar allí esa noche y un tipo que le doblaba en peso le había metido una paliza dos días antes. Ya habría tiempo para corregir errores. Disfrutaba de su momentánea popularidad. Algo que nunca antes había experimentado. Tenía a 3 o 4 conocidos del instituto alrededor que le hablaban de forma complaciente y él solo podía sonreir y mover la cabeza de un lado a otro, abrumado. Kára estaba comiéndose la boca con Johann. Creo que aunque le comiera la boca un troll de las cavernas, no notaría la diferencia en el estado en que estaba. Lo extraño es que había tocado bastante fino esa noche. No se fue de tempo y se acordó bien de todas las partes. A mi me valía con eso. Me daba igual si luego estaba más en otro planeta que en el mio.

"No esperaba que me dedicaras una canción. Me he quedado de piedra" dijo. "Me pareció una buena ocasión para regalarte algo, ya que mi economía no da para mucho más" respondí humildemente. "Es mucho mejor que algo material, te lo aseguro" replicó. Estaba preciosa esa noche. Se había arreglado un poco. Allí dentro hacía calor con la calefacción y habia colgado un abrigo en una percha de la pared y dejaba ver su bonita figura. Llevaba unos vaqueros ceñidos negros, unas botas oscuras con algo de tacón y un top azul marino de tirantes que dejaba ver su ombligo, de nuevo. Se había maquillado un poco más que para los días de instituto. Sombra de ojos un poco más densa y abundante que realzaba sus ojos claros, algo de colorete y un pintalabios de un color rojo pero discreto. Sin duda sabía como realzar sus facciones, ya de por si bonitas, pero sin llegar a ser escandaloso. Nanna era una chica que llamaba la atención, sin duda. Sabía que si se vistiera o se maquillara como Kára, tendría aún más género masculino llamando a su puerta.

Me encontraba en mi puñetera nube cuando de pronto, desperté con una sensación parecida a si me hubieran pegado un golpe en la cara. Thordur acababa de entrar al Pub, acompañado por un par de amigos que alguna vez vi merodeando por la zona de los locales de ensayo. No uno de los mejores vecindarios de Reykjavik. Nanna vio que me cambió la expresión repentinamente y giró la cabeza para ver cómo en ese momento dedicaba algunas palabras poco amistosas a Bjarni, delante de la gente que le rodeaba y llamaba puta a Kára a distancia. Luego pasó por delante de mi y de Nanna sin dirigirnos la mirada y fue recto hacia ella. Empujó a Johann que estaba sentado en una mesa, haciendo que este se desplomara sin presentar mucha batalla y agarró la cara de la chica violentamente por la mandíbula. El dueño del bar apareció rápido, oliéndose que podría empezar una pelea inminentemente e instó "amablemente" a Thordur a que abandonara el local. Kára aprovechó para salir corriendo de la mano de Nanna entre lágrimas. Me quedé con una increible sensación de deja vu. Y con la tercera cerveza de la noche en la mano. Al menos esperaba que no interrumpieran mi potencial borrachera.

martes, 6 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (16) Empezar de nuevo

(Audición recomendada: Eddie Vedder - Hard Sun)






Hice una fortuna bastante grande después de vender más de 14 millones de discos. El primero pasó sin pena ni gloria, pero el segundo fue todo un hit en el Billboard y la gente también empezó a comprar el anterior. Pocas bandas de un barrio marginal de Los Ángeles llegan al estrellato de una manera tan fulminante. Tres giras mundiales y la aceptación masiva de público y crítica nos valieron para hacernos un hueco en ese selecto club de los músicos más populares del momento. Nos invitaban a todas las galas imaginables, conocimos a muchos de nuestros ídolos: Curt Cobain, Eddie Vedder, Axl Rose, Chris Cornell... Empezaron a salirnos amigos por todos lados. Gente guapa que quería estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Corrían litros de alcohol, porros y cocaína. Cada día me levantaba con una mujer diferente en la cama, a la que ni siquiera conocía.

Terminamos el último concierto de la gira del tercer disco hace un año y yo estaba muy enganchado a toda sustancia imaginable. Había entrado en una espiral de autodestrucción de la que no podía salir. Entonces Cobain se pegó un tiro y todo cambió. Me sirvió para despertar de todo aquello. Tenía dinero para vivir bien el resto de mi vida y al menos las dos siguientes generaciones, pero no al ritmo de gasto que llevaba los dos últimos años. Frankie, Mike y Tony estaban demasiado ocupados con sus asuntos para prestar atención al grupo y yo necesitaba apartarme de toda la mierda que me rodeaba. Pasé tres meses en una clínica de desintoxicación y me juré no volver a probar las drogas duras. Los días allí eran largos. Lo más dificil fue vencer al síndrome de abstinencia. Después aceptar que eres un adicto, un enfermo. Horas de terapia para acabar con eso. Era un 10 de marzo de 1996.

Soy John Stewart, guitarra solista de Unadaptation Syndrome. Treinta años y lo he probado todo en esta vida. Salí de la clínica en Nueva York hace una semana y necesitaba encontrar de nuevo mi camino. Pero no me veo haciendo otra cosa que no sea música o algo relacionado con ella. Ahora, tras este tiempo, muchos de los amigos que tenía me han dado la espalda. La prensa se cebó con nuestro tercer álbum diciendo que el hype se había terminado y que estábamos acabados. No había frescura. Sólo un par de temas salvables y que solo nos quedaba vivir del éxito del segundo disco. El grunge había muerto. No hablábamos de ello, pero era evidente que no nos apetecía seguir tocando juntos y que eso también significaba la defunción de la banda. Mis tres compañeros estaban más ocupados con otras cosas. Ninguno de ellos se dignó a visitarme a la clínica. Quizá tuvieran miedo de que los encerraran allí también.

Mi hermana Jodie apareció como un angel para aconsejarme. "Debes comenzar de nuevo tu vida, tratando de no cometer los errores que ya tuviste en el pasado". Decidí irme de Los Ángeles. Hace un par de años habría elegido Florida, Hawaii, o alguna isla caribeña, o incluso a alguna ciudad cosmopolita importante, pero ahora sabía que aquello ayudaría a reavivar antiguos vicios debido al marcado estilo de vida fiestero reinante. Hay que huir de las tentaciones. Quería irme a un sitio retirado, aislado del mundanal ruido, donde poder andar por la calle sin que la gente me reconociera. Para ello, había dejado crecer mi pelo bastante más de lo que lo había tenido nunca; tenía una poblada barba, aunque eso era más bien producto de mis pocas ganas de afeitarme y había decidido dejar de usar lentillas y volver a mis viejas gafas.

Una de las muchas noches de insomnio, viendo el canal de Meteo 24h del cable estaban dando la predicción para Europa y me llamó la atención un país que ni siquiera sabía que existiera: Islandia. Luego recordé que era posible que lo hubiera visitado de gira con la banda, hace unos años. Probablemente en la gira del segundo disco. Y probablemente con demasiados estupefacientes en el cuerpo. Con nombre de capital impronunciable y unos agradables cero grados centígrados a finales del invierno. Cayendo aguanieve. Algo dentro de mi me dijo que ese era el sitio más adecuado para refrescar mis ideas. Quizás volver a componer. Quizás.

Baldur y el Sol de Medianoche: (15) Buenas noches, somos The Lazy Weekends

(Audición recomendada: The Who - Won't get fooled again)



No sé cómo se sentirían The Who cuando dieron su primer concierto, pero en nuestro caso, estábamos más nerviosos que un pavo el día de Navidad. En realidad, Johann creo que no sabía muy bien ni donde estaba, pero Bjarni temblaba desde los pelos de su cabeza hasta el dedo gordo de su pie derecho. Yo trataba de no pensar en que el bar se había quedado pequeño para acoger a toda la gente que había venido a vernos. Increíble. Ni en las mejores predicciones habria pensado que fuera tan bien en cuanto a público. Sólo quedaba no fastidiarla. Justo lo que necesitaba para aumentar mi estado de pánico.

"Buenas noches, somos The Lazy Weekends". Solo eso. Luego Johann hizo una cuenta de 4 compases y entramos con Won't get fooled again. La primera impresión de la gente pareció buena y se escuchó algún aplauso y alguna que otra mirada de recelo en plan "sacrilegio". Para ser nuestro primer concierto, tuvimos que basar la mayor parte de la lista de canciones en versiones, pero incluimos algún tema de cosecha propia. No me sentí tan mal cantando y tocando a la vez. Las partes más complicadas me salieron más naturales de lo que esperé. Incluso las de Thordur. Bjarni sabía que en esos momentos tenía que esforzarse en mantener la base rítmica lo mejor que podía, pues no contaba con un refuerzo de guitarra ahora que yo me encargaba también de los solos.

Para compensar las canciones que no tocaríamos por la ausencia de Thordur, decidí hacer un set acústico en medio del concierto en el que estaría yo solo con mi guitarra acústica. Una vieja Yamaha que perteneció a mi tío, pero que no sonaba nada mal. De esa forma, empecé a rasguear los primeros acordes de un tema que me tenía fascinado de ese disco nuevo de Oasis: Don't look back in anger. Me costaba cantarla en la tonalidad original, pero conseguí sacarla de forma que me venía mejor a mi tesitura vocal.

Justo en la parte en la que suele ir el break de batería dejé de tocar y se hizo un silencio. La gente hizo un amago de aplaudir, pero la canción no había terminado. Entré al estribillo y algunos sectores del público empezaron a cantar. Para la parte final, ese rasgueo suave, dejé que fueran ellos los que la terminaran, siendo todo el bar una voz. La canción llevaba un par de semanas poniéndose en la radio y se había hecho muy popular entre la juventud. Todo el mundo estalló en un gran aplauso. En los restantes años de mi carrera hasta la actualidad, jamás he vuelto a tener esa sensación tan grata. Ni siquiera tocando en salas de 3.000 personas o festivales de 25.000.

A continuación, toqué un tema que nadie había escuchado hasta entonces. Era mío y ni siquiera mis amigos más cercanos o mi familia habían oido aún. Hice una pequeña introducción. Me gustaba hablar delante del micrófono. Sobre el escenario toda mi timidez se deshacía y era capaz de desenvolverme bien. "Hace tiempo que tengo ganas de tocar esto delante de gente. Esta canción se llama Forever y es para Nanna". Cuando la terminé, de nuevo la audiencia estalló en aplausos y silbidos y la cara de la chica era un poema. Me costaba ver y reconocer a todo el mundo que estaba allí, pero a ella la tenía bien localizada en una de las esquinas, junto a la pared de la derecha. Pude intuir una sonrisa y un gran enrojecimiento de su tez. Kára no paraba de darle golpecitos con el codo y de decirle cosas.

El concierto se reanudó con el trío original y volvimos al ataque con una versión de Basket Case. Un tema muy directo, fácil de tocar y divertido para el público. Algunos temas más de la lista fueron A town called malice de The Jam e In bloom de Nirvana. Terminamos tras una hora y media con un encore de What's up de Four non-blondes. Una versión un poco más endurecida que toqué desde la mitad con una cuerda menos. Nanna sonreía, asombrada. Gran aplauso. Escollo salvado con holgura. Que nos echen lo que quieran.