jueves, 8 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (21) Buscando guitarras

(Audición recomendada: Raydibaum - Meaningless)








Los primeros 3 o 4 días me los pasé conociendo la ciudad lo mejor que pude. Mezclándome con la gente y tratando de impregnarme del estilo de vida islandés. Me gustaba. Son gente muy muy abierta y todo el mundo habla inglés con mayor o menor soltura. Paseando por Suðurgata, vi en una de las bocacalles una pequeña tienda de instrumentos de nombre Tonastodin y no dudé en entrar, necesitaba tocar. El stock no era muy amplio, pero tenían buenas marcas, asi que estuve mirando un poco y el hombre al cargo se me acercó y me saludó. Se presentó como Gudjon y se dispuso a ayudarme. Le dije que estaba buscando una guitarra acústica buena y quizá un equipo completo de eléctrica, incluyendo amplificador. Al momento se dio cuenta de que tenía las ideas muy claras y de que no estaba hablando con un aficionado. Y que estaba dispuesto a dejarme una suma importante de dinero. Me ofreció una Martin y una Guild que tenía puestas en una vitrina. Probablemente lo mejor que tenía en la tienda. Pregunté por alguna Gibson. Me dijo que normalmente no trabajaba con esa marca, pero que podía pedirme alguna si quería. En realidad me daba igual.

Me senté en un banquito que tenía preparado para estas ocasiones y me afinó la Martin en primer lugar. La tomé y me gustó bastante. Comprobé el ajuste del mástil y la resonancia general. Comencé tocando algunos arpegios. Las cuerdas estaban un poco viejas, pero podía hacerme una idea. El sonido era muy bueno, sin embargo estaba durísima. El acabado era natural, sin barniz, con diapasón de palorrosa e incrustaciones de nácar con forma de puntos dot. Muy espartano. Luego pasé a la Guild, mucho más bonita. Tras unas comprobaciones previas, noté que estaba bastante desajustada, así que le pedí una llave allen para enderezar el mástil. El buen hombre me miró con algo de desconfianza, pero luego accedió. Y vaya cambio. Tras apretarle un poco, la guitarra era completamente diferente. Estuve recordando una media hora algunos temas de la banda. Llevaba sin tocar 4 o 5 meses y estaba un poco oxidado, pero hay cosas que no se olvidan. O casi. En medio del estribillo de nuestro hit más importante del segundo disco, Great Expectations, olvidé un acorde. No podía seguir. Lo intenté varias veces, pero no hubo forma. Detrás de mí escuché una voz que me dijo "es la menor séptima". Giré la cabeza y para mi sorpresa, era un chico joven, de no más de 16 años cuya cara me sonaba. Claro, uno de los chavales que estaban tocando la otra noche en el pub aquel. "Hombre, hola de nuevo" le dije. El chico me recordó y me saludó amablemente. "No tocas nada mal los temas de Unadaptation Syndrome". Se adentró hasta el mostrador y saludó calurosamente a Gudjon, el hombre de la tienda. Venía con una chica de pelo oscuro que se quedó hablando con él. El chico se acercó y se sentó en el suelo junto a mi. "Me llamo Baldur, ¿puedo unirme?" dijo mientras cogia la Martin que estaba justo al lado y que yo habia tocado antes. Comenzamos de nuevo Great Expectations y él se dedicó a tocar la rítmica que normalmente hacía Tony en el MTV Unplugged que grabamos hace unos años, dejándome toda la parte solista. Se lo sabía a la perfección. En medio del tema, se animó a cantarla y aquello se convirtió en un pequeño acústico improvisado que atrajo la atención de Gudjon, la chica que vino con Baldur y 2 o 3 personas más que habían entrado. Cuando terminamos, se produjo un espontáneo aplauso y los dos reímos animadamente. Me presenté oficialmente, pero le di un nombre falso. "Hola Baldur, soy Jim".

Después de aquello, me llevaron a una cafetería cercana para tomar algo y hablar un poco. Al fin y al cabo aún no conocía a nadie en la ciudad, a parte de mi casera Gerda. Me llevé la Guild y los chicos compraron algunas cuerdas. Ella se llamaba Ásdís y tenía algo especial. No era excesivamente guapa, ni poseía un gran cuerpo, pero sus ojos eran bonitos. Además, tenía una forma de hablar y de expresarse que me gustaba mucho.

Ninguno de los dos parecieron reconocerme, aunque Baldur me miraba de manera extraña. Quizás lo supiera y se lo tomaba con desconfianza o simplemente no se lo creía. Lo que si estaba claro era que ese chico y esa muchacha tenian pinta de buenas personas; honestos y transparentes. Justo lo que necesitaba después de vivir tanta hipocresía y amigos por conveniencia.