martes, 6 de octubre de 2009

Baldur y el Sol de Medianoche: (16) Empezar de nuevo

(Audición recomendada: Eddie Vedder - Hard Sun)






Hice una fortuna bastante grande después de vender más de 14 millones de discos. El primero pasó sin pena ni gloria, pero el segundo fue todo un hit en el Billboard y la gente también empezó a comprar el anterior. Pocas bandas de un barrio marginal de Los Ángeles llegan al estrellato de una manera tan fulminante. Tres giras mundiales y la aceptación masiva de público y crítica nos valieron para hacernos un hueco en ese selecto club de los músicos más populares del momento. Nos invitaban a todas las galas imaginables, conocimos a muchos de nuestros ídolos: Curt Cobain, Eddie Vedder, Axl Rose, Chris Cornell... Empezaron a salirnos amigos por todos lados. Gente guapa que quería estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Corrían litros de alcohol, porros y cocaína. Cada día me levantaba con una mujer diferente en la cama, a la que ni siquiera conocía.

Terminamos el último concierto de la gira del tercer disco hace un año y yo estaba muy enganchado a toda sustancia imaginable. Había entrado en una espiral de autodestrucción de la que no podía salir. Entonces Cobain se pegó un tiro y todo cambió. Me sirvió para despertar de todo aquello. Tenía dinero para vivir bien el resto de mi vida y al menos las dos siguientes generaciones, pero no al ritmo de gasto que llevaba los dos últimos años. Frankie, Mike y Tony estaban demasiado ocupados con sus asuntos para prestar atención al grupo y yo necesitaba apartarme de toda la mierda que me rodeaba. Pasé tres meses en una clínica de desintoxicación y me juré no volver a probar las drogas duras. Los días allí eran largos. Lo más dificil fue vencer al síndrome de abstinencia. Después aceptar que eres un adicto, un enfermo. Horas de terapia para acabar con eso. Era un 10 de marzo de 1996.

Soy John Stewart, guitarra solista de Unadaptation Syndrome. Treinta años y lo he probado todo en esta vida. Salí de la clínica en Nueva York hace una semana y necesitaba encontrar de nuevo mi camino. Pero no me veo haciendo otra cosa que no sea música o algo relacionado con ella. Ahora, tras este tiempo, muchos de los amigos que tenía me han dado la espalda. La prensa se cebó con nuestro tercer álbum diciendo que el hype se había terminado y que estábamos acabados. No había frescura. Sólo un par de temas salvables y que solo nos quedaba vivir del éxito del segundo disco. El grunge había muerto. No hablábamos de ello, pero era evidente que no nos apetecía seguir tocando juntos y que eso también significaba la defunción de la banda. Mis tres compañeros estaban más ocupados con otras cosas. Ninguno de ellos se dignó a visitarme a la clínica. Quizá tuvieran miedo de que los encerraran allí también.

Mi hermana Jodie apareció como un angel para aconsejarme. "Debes comenzar de nuevo tu vida, tratando de no cometer los errores que ya tuviste en el pasado". Decidí irme de Los Ángeles. Hace un par de años habría elegido Florida, Hawaii, o alguna isla caribeña, o incluso a alguna ciudad cosmopolita importante, pero ahora sabía que aquello ayudaría a reavivar antiguos vicios debido al marcado estilo de vida fiestero reinante. Hay que huir de las tentaciones. Quería irme a un sitio retirado, aislado del mundanal ruido, donde poder andar por la calle sin que la gente me reconociera. Para ello, había dejado crecer mi pelo bastante más de lo que lo había tenido nunca; tenía una poblada barba, aunque eso era más bien producto de mis pocas ganas de afeitarme y había decidido dejar de usar lentillas y volver a mis viejas gafas.

Una de las muchas noches de insomnio, viendo el canal de Meteo 24h del cable estaban dando la predicción para Europa y me llamó la atención un país que ni siquiera sabía que existiera: Islandia. Luego recordé que era posible que lo hubiera visitado de gira con la banda, hace unos años. Probablemente en la gira del segundo disco. Y probablemente con demasiados estupefacientes en el cuerpo. Con nombre de capital impronunciable y unos agradables cero grados centígrados a finales del invierno. Cayendo aguanieve. Algo dentro de mi me dijo que ese era el sitio más adecuado para refrescar mis ideas. Quizás volver a componer. Quizás.