domingo, 8 de agosto de 2010

Baldur y el Sol de Medianoche: (38) Ella, de nuevo

(Audición recomendada: Dizzy Mizz Lizzy - Silverflame)





Seguía lloviendo en Londres y el panorama no había cambiado mucho en las últimas horas, pero yo seguía observando el cuadro de la calle. Apoyé mi brazo izquierdo en el marco de madera noble de la ventana mientras apuraba el enésimo vaso de Jack Daniel’s del día.

Mi mirada perdida de pronto se centró cuando apareció ella entre el tumulto de gente, saliendo de la estación de metro que viene del aeropuerto. Rápidamente sequé de vaho todos los cristalitos del ventanal que entorpecían mi vista. Iba preciosa, con un abrigo oscuro bien ceñido que ensalzaba perfectamente su esbelta figura a sus treinta y muchos. Tomaba de la mano a un niño de unos 5 o 6 años que la seguía a regañadientes. Alargué mi brazo para coger mi chaqueta y salir en su busca, en un solo impulso, pero luego lo pensé mejor y me di cuenta de que no sería lo más apropiado, además del circo que se podría montar en la calle. Así las cosas, decidí seguir con la mirada aquella silueta que tanto había significado en mi vida hasta que fue a subirse a un Audi negro de gama alta. Salió a su encuentro un hombre más o menos de la misma edad que la abrazó y besó. Tomó en brazos al crío y también lo besó. Luego abrió la puerta trasera y lo introdujo con cuidado. Después abrió la del copiloto y ella se subió con él. A los pocos segundos el coche dobló la esquina y se perdió de mi vista. Eso fue lo más importante que había sucedido en mi vida en los últimos meses.

Me senté en el sofá de la lujosa habitación del hotel y pedí más Jack Daniel’s al servicio de habitaciones. Mientras tanto, el portátil me mostraba el último videoclip de Bel Riose en el canal de YouTube. El plasma de 42 pulgadas seguía vomitando la misma noticia una y otra vez, lo pusiera en el canal que fuera. Eso si… en alta definición.

Baldur y el Sol de Medianoche: (37) Dicotomía

(Audición recomendada: Coldplay - Don't panic)






Desde Husavík había perdido un poco la noción del espacio y el tiempo. Jonas, nuestro manager que el pequeño sello al que pertenecíamos nos había asignado, había programado una gira de conciertos por casi toda la geografía nacional. Tocamos en todas y cada una de las localidades cuya población superaba los 500 habitantes. También se encargaba de suministrar ciertas cantidades de droga y otras mercancías que la banda iba necesitando. Jonas era de la edad de John, ya más cerca de los cuarenta que de los treinta. Había sido parte de la banda de Björk en su primera época, como teclista. Cuando me di cuenta de las dimensiones a las que el desmadre había llegado, era demasiado tarde. Era muy normal encontrar marihuana, hachís o cocaína en nuestros camerinos. Lo habitual no era estar todo el día colocados, pero esta semana llevamos 4 conciertos seguidos y aún no tenemos dinero para contratar a roadies o pipas que nos hagan trabajos de carga y descarga de equipo, así que el desgaste físico al que estamos sometidos es muy grande.


Creo que empiezo a ser consciente del efecto que tienen nuestras canciones en la gente. Cuando rasgueo los primeros acordes de Forever, es como si se volvieran locos. En una de las salas que contaban con una bola de discoteca colgando del techo, se las arreglaron para arrancarla y lanzarla sobre sus propias cabezas, pasándosela de mano en mano. Ni siquiera John, con Unadaptation Syndrome había experimentado unas reacciones tan violentas por parte del público.


El concierto de anoche, que creo que fue en Seydhisfjordhur, fue especialmente destructivo y lisérgico. Apenas recuerdo comenzar el repertorio con Part of you y después nada. Esta mañana me he despertado con una estampa que estoy harto de ver en películas y leer en libros. Además, mi resaca era histórica. Había una chica rubia muy guapa tumbada en la cama del hostal junto a mí y botellas de cerveza vacías tiradas por doquier. La habitación era semejante a un escenario de guerra. Restos de porros y de coca, ceniceros llenos y un hedor insoportable. En la cama de al lado yacía Johann abrazado a otra voluptuosa mujer. Me he puesto un pantalón y una camiseta sucia y he salido al pasillo. Llamo a la puerta contigua y abre John, con la cara hecha un poema. Al fondo, sobre la cama, aún duerme Asdís. “¿Qué quieres? No tenemos que irnos hasta las 12 y aún son las 10” me dijo de mala gana. “John, creo que anoche el desfase fue demasiado y tengo serias lagunas sobre lo que ocurrió” le expliqué. “Todos bebimos y tomamos demasiadas cosas, pero de lo que sí me acuerdo es de Nanna”. En ese momento se me hizo un nudo en el estómago. “¿Nanna? ¿Cómo que Nanna?” pregunté muy nervioso. “Nanna vino a verte y cuando se dio cuenta del show que tenías montado con tu amiguita la rubia y su compañera, huyó como alma que lleva el diablo en un rio de lágrimas. No pudimos detenerla” dijo Asdís ya despierta, pero boca abajo sobre la cama.


El corazón me dio un vuelco y corrí de vuelta a revolver entre mis pantalones, buscando mi teléfono móvil. Un cacharro que hasta entonces no había usado demasiado. Estaba sin batería. Tardé un buen rato en encontrar el cargador y arrancarlo de nuevo. Por un momento dudé en el PIN y eso me costó 2 intentos erróneos, pero finalmente lo conseguí. De pronto sonó varias veces y me llegaron 3 mensajes seguidos, de diferentes horas. Los tres de Nanna. El primero era desde el autobús y en él me decía que iba a ser una sorpresa pero no aguantaba más y me tenía que decir que estaba de camino para verme. El segundo era desde la audiencia del concierto en el que criticaba cariñosamente algún error de ejecución en algunas canciones. Ella era probablemente una de las personas que más veces nos había visto en directo y sí era capaz de notar esas cosas. El tercero simplemente rezaba “Eres un cabrón. Adiós Baldur”. Después de leerlo me quedé parado, con la sangre helada y los ojos muy abiertos. De pronto la resaca ya no me importaba tanto. ¿Dónde habría pasado la noche? Sabía que no volverían a haber autobuses hasta el día siguiente. Quizás aún estuviera en Seydhisfjordhur. Es un pueblo pequeño de apenas 1000 habitantes y hay pocos sitios a los que ir. Me puse la chaqueta y salí a la calle muy nervioso en una misión desesperada. Al cabo de unos 45 minutos de búsqueda infructuosa preguntando en el embarcadero, la policía y unas pequeñas tiendecitas, volví al hostal. Allí vi sentada en la puerta a Asdís mientras fumaba un porro. “¿Ya?” preguntó. “¿Cómo que ya?” repliqué cabreado. “Si ya te has tranquilizado” me aclaró. “Supongo que sí” contesté derrotado. “Has salido tan rápido que no me ha dado tiempo a contarte más” puntualizó Asdís. “Estuve hablando por teléfono con ella al poco tiempo de huir” continuó. “Ha pasado la noche vagabundeando por el pueblo hasta que a las 6 de la mañana ha pasado el primer autobús de vuelta a Reykjavik y lo ha tomado. Estaba destrozada” dijo en un tono seco. Luego cambió la expresión de su cara y mientras me ofrecía fumar dijo “Baldur, ahora pertenecéis a mundos diferentes. ¿Quién sabe si lo natural es que ocurriera esto?”. Si eso era lo natural, yo no estaba preparado para ello. Tenía que elegir entre una vida de rock and roll y Nanna. Y no me gustaba.








Baldur y el Sol de Medianoche: (36) Universidad

(Audición recomendada: The Rolling Stones - You can't always get what you want)






Hoy me he saltado las clases de la facultad para ir a ver a Baldur a Seydhisfjordhur. Hace tiempo que me porto demasiado bien. Llevo aprobadas todas las asignaturas en sus correspondientes convocatorias y necesito relajarme un poco, así que hoy he decidido darle una sorpresa y plantarme en el concierto de esta noche. No nos vemos desde hace un par de meses, cuando tocaron en Reykjavik por última vez. Estoy muy contenta por todos ellos, porque las cosas les van realmente bien. Yo era tan torpe con los instrumentos musicales que jamás pude unirme a ellos, por mucho que quisiera. En su lugar, seguí el consejo de mis padres y comencé una carrera universitaria. Derecho.

Hans, un buen amigo de clase danés que está de intercambio este año, me ha acercado hasta la estación de autobús. Lo conocí a principio de curso y enseguida hicimos buenas migas. Siempre se ha portado muy bien conmigo y es un secreto a voces que yo le gusto, pero Baldur significa demasiado para mí. Nunca podría traicionarle. Aunque la tentación es grande. Hans es bastante guapo y sé de buena tinta que hay muchas chicas de nuestro círculo de amistad que están muy interesadas en él. Incluso las gafas de pasta que lleva lo hacen más atractivo.

El moderno autobús bordea la abrupta costa de la isla en un viaje de 7 horas desde el extremo occidental al oriental, atravesando paisajes desolados y acantilados castigados por el salvaje oleaje reinante. Tan solo la enorme ilusión de volver a ver a Baldur es lo que me hace sonreír. Este cuatrimestre ha sido muy duro. Siempre que puedo, le escribo algún email o le envío un SMS, que no siempre son contestados. Es lo que tiene toda esta nueva tecnología, que aún no es del todo fiable. Ahora hay un gran boom en el desarrollo de los teléfonos móviles y de Internet.

Bjarni da señales de vida de vez en cuando. Se fue a Dinamarca con sus tíos después de todo el follón en la fiesta de fin de curso del instituto. Menos mal que salió de aquella espiral de autodestrucción en la que se había metido y empezó a rehacer su vida. Ahora él también estaba en la universidad y estudiaba arquitectura, allí en Copenhague. Siempre recibí sus correos con alegría. A Baldur no le costó mucho perdonarlo. Los enfados no le duraban demasiado. Además Bjarni era como su hermano. Aún así estaba claro que las vidas de cada uno se habían separado y tomado caminos muy diferentes.

sábado, 7 de agosto de 2010

Baldur y el Sol de Medianoche: (35) Bel Riose

(Audición recomendada: The Hellacopters - Gotta get some action now)





Sin que nadie lo esperara, The Lazy Weekends comenzaron a tener muchos conciertos después de que ganaran el certamen de bandas de Islandia de 1996. Primero en pequeños bares de Reykjavik, donde nunca habrían imaginado que podrían tocar y luego en salas de medio aforo y auditorios de las principales ciudades del país. De pronto teniamos 4 conciertos a la semana. Acabamos por comprar una furgoneta de segunda mano para poder transportar el equipo mejor. Yo pasé de la guitarra al bajo, porque John evidentemente era mucho más diestro que yo a las seis cuerdas, y él se quedó como guitarrista solista; Johann continuaba a la batería, mejorando día a día. Nadie sabía donde estaba el techo de este taciturno personaje; Baldur a la guitarra rítmica y vocalista principal. Había ganado muchísima confianza y conseguido imprimir un estilo muy personal a su voz, siempre en inglés.


Grabamos un EP como premio, en uno de los mejores estudios de Islandia, que John ya conocía y donde había estado con Johann un tiempo atrás y sin que nadie lo supiera. Juntos habían empezado allí a darle forma a algunos temas nuevos. Finalmente se decidió por unificar los dos proyectos en uno solo: Bel Riose. El nombre vino de uno de los personajes de las novelas de Isaac Asimov, autor fetiche de Johann, que un día estando sentado a su batería y sin haber abierto la boca en todo el día, lo propuso con una voz de ultratumba y resonancia impresionantes que nos hizo volvernos hacia él y mirarlo fijamente durante unos segundos. Nada que replicar. A todos nos gustó al instante. Ahora, Bel Riose empezó a tener cierta popularidad a nivel nacional. Una cosa nada descabellada, teniendo en cuenta que Islandia tiene una población aproximada de 300.000 personas. En el 99, ya con un contrato con un pequeño sello bajo el brazo, fuimos uno de los grupos que participó en la primera edición del Iceland Airwaves Festival. En aquel entonces se celebró en un hangar del pequeño aeropuerto de Reykjavik. Ahora es uno de los festivales de música independiente de referencia en Europa.


Forever, de Baldur, mi tema Every moment, Molly o When I close my eyes , firmados por John, se convirtieron en pequeños éxitos incluidos en ese primer EP. No era raro encontrarte con alguno de ellos en el dial de la radio. Fue especial cuando tocamos en Akureyri en el auditorio. Mi madre y mis amigos de la universidad fueron todos a vernos. Islandia se empezó a quedar pequeña. Por otro lado, John y yo seguíamos juntos. Nuestra relación se había convertido en algo muy natural, sin compromisos. Nos conocimos bien y eso nos ayudó a relajarnos y a saber hasta qué punto teníamos cierta libertad.