Baldur y el Sol de Medianoche: (12) Por los pelos, Bjarni
Bjarni quería olvidar el incidente cuanto antes. "Supongo que tendré que cancelar el concierto. Será una faena decirle a falta de dos días al dueño que no vamos a tocar" dije. "No, no, en absoluto. ¿Por qué vas a cancelarlo? No me he roto nada. Las heridas no me duelen tanto. Puedo colgarme el bajo y tocar bien. Por mí, no hay ningún problema". ¿Estás seguro de lo que estás diciendo? Tu compañero de grupo ha estado a punto de mandarte al otro barrio de una paliza, Bjarni. No entiendo ni cómo no lo has denunciado. Además en caso de que pudieras tocar, no sé yo si Thordur querría". Me quedé muy sorprendido del comentario. Hubo un silencio en la habitación y quise seguir hablando, pero me interrumpió. "Pero sólo estamos perdiendo una guitarra en el peor de los casos, y tu eres capaz de tocar sus partes, ¿no? Baldur, necesito hacer esto. Tú mismo me lo has dicho muchas veces. Mi autoestima me lo exige". En ese momento, Bjarni hablaba con tanto convencimiento que se me hizo difícil la réplica. "Creo que tu autoestima debe haber salido bastante reforzada después de lo de ayer. Plantarle cara a semejante bestia requiere de mucho valor. Creo que Kára querrá decirte algo. Fuiste su salvador". Dejó escapar una leve sonrisa. Tanto como sus magullados labios le dejaron. "¿Crees que después de ésto, puedo tener alguna oportunidad con ella?" dijo Bjarni con un gesto de esperanza. "No lo sé, tio. Kára es una chica que puede tener a quien quiera. Juega en otra división. Pero está claro que tienes una gran baza a tu favor. Quien sabe... igual Thordur te ha hecho un favor". En ese momento, mi buen amigo me miró con cara de incrédulo. "Bueno, o quizás no". Tuve que puntualizar. Para empezar, yo tenía que hablar con Thordur y pedirle explicaciones al respecto de lo que había ocurrido. Exigirle unas disculpas -algo que iba a resultar complicado- y después ver qué opciones habrían para el concierto de dentro de dos días. Si tendría que tocar sus partes yo mismo, buscar a algún valiente que se las aprendiera en un día o cancelarlo en contra de la voluntad de Bjarni -y la mía también.
Y en medio de todo esto estaba Nanna, que había aparecido de pronto en mi vida y se había convertido en algo importante. Algo que ardía en deseos de explorar más detenidamente. Nuestro primer contacto físico se había convertido en algo demasiado trepidante. Algo que necesitaba frenar. Ella me gustaba, pero todo tenía que ser en su momento.