jueves, 4 de mayo de 2006

Baldur y el Sol de Medianoche: (2) Sueños de adolescente

(Audición recomendada: Josh Rouse - 1972)







Esta mañana casi me quedo dormida. Anoche estuve viendo esa película que Kára me había prestado. No sé qué tienen las comedias románticas que me vuelven tan loca, aunque ésta, según los críticos era muy mala. No he oído el despertador y mi madre casi me saca arrastrando de la cama. Normal, es enero y aún faltan algunos meses para que veamos el sol de nuevo. Cómo echo de menos despertar con un brillante rayo de luz que atraviese mi ventana.

Me llamo Nanna. Me han dicho que viene del nombre de una diosa vikinga. La diosa de la luna; esposa de Baldur, dios de la luz, que según he leído era sabio y guapo. En mis fantasías siempre he imaginado que la luz que me despierta por las mañanas es Baldur, subido en un caballo blanco blandiendo una espada. ¡Como en los cuentos!

Tengo 16 años y estudio en el instituto en Reykjavik la especialidad de Ciencias Sociales. Algunos amigos míos me han dicho que eso es una tontería. Que, o se es de letras, o se es de ciencias. Yo creo que simplemente las matemáticas no se me dan lo suficientemente bien; no me gusta el latín ni el griego, pero me encanta escribir. También me gusta la natación y los deportes de equipo. ¡El fútbol! Según mis amigas, soy un bicho raro. A muy pocas chicas les gusta el fútbol en Islandia, mientras que se trata de un deporte nacional masculino –durante los meses que se puede practicar- junto al balonmano y la natación. Siempre que puedo, trato de alimentar otra de mis grandes pasiones: el cine.

Soy muy enamoradiza. La verdad es que se me van los ojos detrás de los chicos demasiado a menudo. Hay uno en la otra clase... desde principio de curso no dejamos de intercambiar miradas. Ni siquiera nos conocemos, pero es tan romántico que ocurra así... No es especialmente guapo: ni alto ni bajo. Pero tiene el pelo oscuro y eso me gusta mucho. No he visto muchos así y me recuerda a los galanes latinos de las películas americanas. Tiene un aura de misterio que hace que se me haga un nudo en el estómago y me quede atontada. No sé qué me pasa, que hoy casi me muero de vergüenza cuando nos hemos quedado mirándonos. He tropezado y casi me caigo al suelo con la mochila y unos libros que llevaba en la mano camino de la biblioteca. Me he puesto roja como un tomate y él ha sonreído, lo cual me ha servido para comprobar que además tiene una sonrisa muy bonita. Tengo que decirle algo, pero no quiero parecer tonta, lo cual sucede en el noventa por ciento de las veces que hablo con un chico que me gusta ¿Me estoy enamorando otra vez? ¡No Nanna! ¡Demasiado tarde!