martes, 9 de mayo de 2006

Baldur y el Sol de Medianoche: (5) Un mal día lo tiene cualquiera

(Audición recomendada: The Vines - Take Me Back)


Menos mal que no todos los días de instituto son como éste... Hoy estoy especialmente cansada, irritada, agobiada y además malísima con la regla. Sólo falta que Kára se invente una excusa para no ir al cine conmigo esta noche. Llevo esperando para ver ésta película mucho tiempo. Debe estar en la última semana de pase. Sería el remate final para una jornada de esas que hubiera sido mejor quedarse en la cama, fingiendo estar enferma o algo por el estilo. Empezamos nuevo semestre y los profesores parece que se ponen de acuerdo para mandarnos todos los trabajos a la vez... deberes, exposiciones... ¡qué pesadilla! El único aliciente para ir a clase es ver de nuevo al chico de la clase de enfrente. ¡No dejamos de mirarnos! Cada vez se hace más evidente y descarado. Hoy le he sonreído y él ha vuelto a hacer lo mismo en respuesta mientras levantaba su mano saludándome. En ése momento se ha cruzado por delante una estúpida del grupito de hippies, vestida de esa forma tan estrafalaria. No tengo nada en contra de esa forma de ser y de vivir, pero estos hippies son de fachada sólo. La ropa que se compran vale más cara que cualquier otra de marca de la pueden vestir los que ellos llaman pijos. Ellos sí que son auténticos fashion victims.

Son las cinco de la tarde y es noche cerrada a mediados de enero, por supuesto, aunque Reykjavik es una de las ciudades con mejor alumbrado nocturno del planeta, según datos oficiales. Debería tratarse de una obligación, al ser casi noche total durante 6 meses al año. Hay gente que lo encuentra muy deprimente. Islandia es el país con mayor índice de suicidio del mundo. Creo que batimos muchos récords. Los batimos en muchas categorías: el país europeo más occidental, el acantilado más alto, la catarata más caudalosa, el que menor densidad de población tiene ... y alguno más que se me olvida. A mí, sin embargo, me gusta ese romanticismo y esa idiosincrasia que nos rodea. En este momento, unos cinco grados negativos en la calle. Algo a lo que debes estar acostumbrada

Me dirijo a la moto. Es nuevecita. Me la regalaron mis padres por mis buenas notas estas navidades pasadas. Afortunadamente no hay nieve ni hielo en la calle. Tenemos un cielo raso y despejado. Me recomendaron que no la usara durante el invierno por ello, pero tenía demasiadas ganas de estrenarla. Es de color burdeos. ¡Tan mona! Tendré que ponerle alguna pegatina o distintivo para hacerla más mía aún. Giro la esquina, con la cabeza en otra cosa y me encuentro con el aparcamiento especial para motos. Había como cuarenta o cincuenta ciclomotores por doquier. La mía estaba puesta en la parte más interior. Siempre me gustó llegar de las primeras a los sitios. El problema es que ahora estaba totalmente rodeada y no podía salir. A algún espabilado le había dado por cerrar mi vía de salida. ¡Como no cogiera la moto en peso y la levantara por encima del resto...! Por supuesto, las cosas no podrían ir peor...

Cuando me pongo nerviosa me sudan muchísimo las manos y éste era uno de esos momentos. Mis sobresaltos ésa tarde no habían terminado. Era él. Aparece por la misma esquina y se dirige en línea recta hacia mí. Ahora lo de menos no era el sudor de las manos, sino el nudo que tenía en el estómago que hacía que el resto de mi cuerpo se agarrotara y no pudiera reaccionar. Cada vez estaba más cerca. Ahora a unos 30 centímetros. No ha dejado de mirarme. Ya dije que no era especialmente guapo. No era cierto. A esta distancia me parecía muy atractivo. Ojos grandes y oscuros y cabello castaño, ligeramente ondulado que tapaba un poco sus orejas. Sonríe y me dice un “hola” que suena ahogado. No parece nervioso. Tiene unas manos grandes y bonitas con dedos largos. Uñas bien cortadas que indica que no se las come. Lleva puesto un jersey de lana típico islandés de cuello alto, en colores cálidos, precioso; unos vaqueros y unas deportivas. Poco abrigado para irse en moto con esta temperatura. Para mi asombro, se mete la mano en el bolsillo y saca las llaves de la moto que bloquea mi salida. De pronto, no me parece tan mal que la hubieran aparcado ahí. “Lo siento” me dice, mientras comprueba que tengo en la mano las llaves de la moto que está atrapada, con cara de incomodidad. Ese gesto hace que su cara se exprese de tal forma que le salen unos hoyuelos a ambos lados de la boca que me parecieron irresistibles. Por dentro me decía “¡Nanna, Nanna, deja de mirarlo de esa forma, que lo vas a espantar, y dile algo ya!”. Pero fui incapaz de reaccionar y en menos de un suspiro, arrancó la moto, giró la esquina y despareció. Y yo allí como una tonta, parada, con los ojos abiertos como platos, sin creerme que había perdido la mejor oportunidad de decirle que estaba enamorada, que solo pensaba en él, que quería casarme con él y que quería que fuese el padre de mis hijos... y ni siquiera sabía su nombre... Al llegar a casa Kára me llama por teléfono. Lo del cine, a la mierda.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Your are Nice. And so is your site! Maybe you need some more pictures. Will return in the near future.
»

9:32 p. m.  

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